viernes, 19 de octubre de 2007

La mente del Diez

“Minuto 55. Vamos arriba por uno. Y encima se los hice con la mano. Este “Yilton” es un paquete. Bocina, salió del área, corriendo y gritándole al árbitro que había sido mano. ¡Les robé la billetera! Y se lo pude dedicar al viejo, que esta ahí en la platea.
¡Que calor que hace, la puta madre! Havelange botón, le toma la leche al gato, hacernos jugar al mediodía con cuarenta grados. Todo por la televisión. Algún día no se va a poder jugar más por la televisión. No puedo más. Pero tengo que aguantar un poco más. Por los pibes, por la Clau. Por las Malvinas. Me fui de boca y hablé de las islas. Siempre me pasa lo mismo. Me pinchan con alguna pregunta y me sale Fiorito. Me sale el barrio.
En fin, voy a ver si bajo a buscar la pelota y la puedo sacar de abajo. ¡Igual, con el Narigón, no nos meten un gol nunca mas! ¡Estamos todos atrás!. Como me rompe las pelotas Bilardo con eso. Hincha pelotas, hace cuatro días que no duermo bien. Me entra a la habitación a preguntarme donde mierda me tengo que parar en el corner o cuanto mide el arco o como se llama la mujer del árbitro. ¡Qué carajo se yo! ¡Dejame de jode´!. ¡Dejame dormi´!.
Ahí la agarró el loco Enrique. No sabe que hacer con el “fulbo”. “¡Loco, toca!”. Ahí va. Este inglés no me saca el dedo del orto. ¡Lo tengo colgado de la espalda! Y ahí viene otro. ¿A ver? ¡Una calesita! Ahí van. Pasen nomás.
¡A la mierda! ¡Como se pone la gente! ¡Ahora si! Salimos de contra…¿Dónde esta el Burru? Ah, ahí. ¿Y Valdano? Que no se haga el lírico ahora que hay que vacunarlos a estos putos.
¡Uy! Ahí se viene Butcher. Embaladísimo. ¿La toco? No, tengo la bocha sobre la izquierda, la toco para adentro. Ahí va. Paso de largo el botón este. Seguime, seguime por el medio Burru, que te la toco a vos y te vas solo.
Ahí esta la línea de fondo. El muerto de “Fenui”. Este es un muerto. Se le escapa la tortuga. Y se fue de boca en la semana encima. Forro. Me tira una patada. Seguro. ¡Me tiene que parar! Sino ya lo enfrento a “Yilton” y es un jugadón. ¡Epa! ¡Se quedó en el medio! ¡Lo paso por afuera! Muerto este “Fenui”.
¡Valdano por el segundo solo! Ni en pedo se la toco. Ahora no. Me queda el cabeza de termo de “Yilton” nada mas. ¡Igualito que en Wembley el año pasado! ¿Qué me dijo el Hugo cuando volví? Ah, “Pelu, en vez de definir, amagale al segundo palo y segui”. ¡Que enano de mierda! Mira como sabía que se me iba a dar otra vez. ¿A ver? ¡Salió! ¡Pasó de largo! ¡Qué golazo! ¿Quién viene atrás? Uy, el muerto este. ¡Pero ya lo había dejado atrás! ¡Me parte! No, se la punteo primero. ¡¡¡¡¡Goooooooooooooooll!!!!!!!”.



Diego Armando Maradona quizás pensó esto en aquellos diez famosos segundos de talento y divinidad. Quizás no. Seguramente a alguien me dirá que no pudo haber pensado todo esto en un poco más de diez segundos. Bueno, puede ser…pero tampoco pudo haber hecho un gol así.

jueves, 18 de octubre de 2007

El Jogo Bonito (o del Llamado a la Solidaridad)

Va Robinho por la punta. Hace la bicicleta. Una, dos, tres, cuatro veces. El marcador no entiende nada. El delantero del Real Madrid va hasta la línea. Cuando llega hasta el fondo amaga una rabona. El defensor entra como un caballo, pero así y todo tira un patadón como para reventar la pelota o al moreno delantero. Sin embargo, Robinho la pisa en una baldosa y sale rumbo al arco. Luego viene el centro, el rebote y el remate de Elano para marcar la cuarta conquista carioca.

Este era el mismo Robinho que en el primer tiempo casi ni había tocado la pelota. El que desapareció en el Boca – Santos del 2003, y que ahora, con el tanteador ampliamente en su favor, se dedicaba a mofar al pobre defensor rival. Y ahí me indigné.

Realmente estoy cansado de los brasileros. Sinceramente. Y esto va más allá de la rivalidad con Argentina. Me han artado, y es un pensamiento que viene de la observación general del fútbol, tanto a nivel clubes como a nivel selecciones.

La primera explicación se encuentra en la jugada antes comentada. Al brasilero le gusta sobrar. Conociéndose muy superior técnicamente, se dedica a ridiculizar a sus oponentes a través de gambetas, regates, lujos y detalles. Y no lo hace con un sentido utilitarista de llegar a la meta. Debemos entendernos: si tiras un caño en el área para poder pasar y definir frente al arquero, está bien. Ahora, si sabiendo que podes pasar al rudimentario defensor, le tiras mil bicicletas, lo esperas, le amagas una rabona y demás, cuando lo pusiste haber pasado con la primer bicicleta, ya es boludeo. Adviértase que en el mismo festejo, Robinho sale corriendo como en enajenado, mostrándose como un mico, ante la bufonería realizada al ecuatoriano.

Y esto, mis amigos, Brasil no lo hace cuando va 0-0 o con el marcador en desventaja. No, lo hace cuando gana por varios goles. Eso habla de la cobardía del jugador de la hermana confederación.

Y el segundo elemento a considerar es que, ante cualquier conducta similar a las anteriores que ellos deban afrontar, responden con la violencia desmedida. No se la “bancan”, en síntesis. Si ven que alguno se las muestra, recurren a la fuerza desleal, llegando en muchas ocasiones a golpes de puños. En resumidas cuentas, habrían sobrados elementos para catalogara a los brasileros como unos cobardes de mala leche.

En razón de ello, hago los siguientes llamados a la solidaridad: (i) A los riquelmes, messis, fernández, recobas, cabañas y demás habilidosos del fútbol latinoamericano, cuando jueguen contra Brasil, tiren caños, rabonas, lujos, muestren la pelota, sobren al rival, y (ii) a los heinzes, burdissos, militos, cordobas, que incrusten vuestros tapones en el paladar de Robinho, Ronaldinho, Kaka, y todos los morenos brasileros que buscan la humillación del rival con el objeto de subirse al podio de los grandes, vana tarea si consideramos que dicho olimpo se hace con honores y no con cobardes y cagones.

El vestuario

- Te digo algo Rene. Me gustan las minas con culo grande. No se porque. Hay algo en esos panqueques que me atraen, dijo el Julio, guarango como es.
- "¡¡Pero no seas ordinario, querido!!" reprimió Ernesto, exagerando su indignación un poco más de lo necesario.
- No te me hagas el fifi, que bien que le miras las torta a la hermana del turco, cada vez que le trae lo del kiosko, vociferó casi Rene, lo que hizo los muchachos del vestuario que se estaban cambiando al lado de ellos, tiraran un risita de costado.
- “Pero no seas infeliz, Rene, que a Miriam la conozco desde que tenía siete años”, reclamó Ernesto.
- Si pero en esa época vos tenías como nueve años, y no le mirabas la pastelera como ahora, embatió nuevamente a carcajadas.
- "Y no, enfermo, no" dijo Ernesto como terminando el tema.
- "Che, que paliza nos comimos acá con los muchachos", se metió Ramiro que intentaba sacarse los botines puma que se había comprado para la ocasión, mientras señalaba con la pera a los rivales de turno.
- "Y que queres? si el gordo no se puede mover en la cancha, y el Tijera no la clava ni mamado", sentenció Rene como resignado.
- "Bueno, muchachos, los años no vienen solos" dijo Ernesto tratando de justificarse un poco, sabiendo que entrado el segundo tiempo no había levantado los pies.
- "No viejo, esto es diferente. La edad no tiene nada que ver. Lo que pasa, mi viejito, es que algunos tienen un frigorífico noruego en el pecho, querido!!!", tiró ampuloso Rene. "Si vamos perdiendo por dos, hay que pensar en remontar y no quedarse en el área aguantando el resultado".
- "Pero negro cabeza de tacho, que decís?, si vos jugas en el fondo conmigo. Y que yo sepa en el área somos vos y yo, además de Ramirito que nos da una mano en el arco".
- "Bueno, ahí tenes, ahí tenes. Yo no quería decir nada, pero al grandote de ellos me lo tuve que aguantar yo. Y así y todo al ataque iba. Bien que me mandaba al ataque, o no Ramiro?", buscó complicidad Rene.
- "Si, pero el grandote nos hizo seis de los cinco goles, Negro. Cinco nos hizo. Que quiere decir eso? que marcaste como el culo, querido. Que marcaste como el culo, Papá", dijo Ernesto sabiendo que se venía el griterío.
- "Pero vos quien te crees que sos, viejo pelotudo!. Encima de viejo, sos un jeropa que no reconoces que te gusta el culo de Miriam. Bien seguro que te arrancas antes de venir en los partidos, y por eso no podes levantar las patas", insultó Rene.
- "Bueno, muchachos, tranquilos", trato de serenar Ramiro. "Eran mejores que nosotros y basta".
- "Pero negro de mierda, ignorante!!!", no te das cuenta que sos un salvaje!!! Quien carajo me mando a llamarte para que juegues acá, me queres decir? quien me mando?".
- "Tu mujer te pidió, gil, tu mujer...y a mi también", dijo desafiante el rústico de Rene, cuadrando la guardia porque sabía lo que se venía.
Ernesto largo el shampoo que tenía en la mano y se le fue al humo a Rene, lo que provocó que se le desprendiera la toalla de la cintura.
- "Pero que te pasa viejo puto? me venís a pelear en pelotas o salistes del closset" hirió nuevamente Rene.
- "Te voy a matar!!!", histérico grito Ernesto.
- "Paren muchachos, paren la concha de su hermana!!! Siempre lo mismo, carajo" ya caliente gritó el Ramiro, mientras los separaba ayudado por dos de los muchachos rivales del partido.
- "Pero salí de acá, maraca, que no podes pelear a nadie. Mirá las bolas viejas que tenes, querido. Jubilate, pareces una pasa de uva albina viejo".
Ernesto tiró una trompada por arriba del cuerpo de uno de los muchachos que lo sostenían y le dio de lleno a Ramiro en la nuca.
- “No bueno, basta, esto es el colmo. Cagense a trompadas entre uds. Me tienen las bolas llenas. Encima que tengo que venir hasta acá y que me llenen la canasta, tengo que ponerme a separar a dos pelotudos como ustedes, que se pelean todos los partidos!!! No juego más. Fumenmela y búsquense otro arquero” sentenció Ramiro, agarrando a la pasada el bolso Adidas.
Ahí se les transformó la cara a Rene y a Ernesto.
-“Noooooo, Ramirito, no te calentes. Para, no te vayas, querido”, dijo Rene.
- “Para Ramiro, para. Vos sabes como es esto. Al negro de mierda este lo conozco hace mucho. Son todas boludeces. No te hagas drama. No nos podes dejar sin arquero a mitad de campeonato”, se sinceró Ernesto.
- “De en serio, viejito, al bolas tristes este yo lo quiero como un hermano. Y bueno, a los hermanos se los quiere así. O no viste a los Contempomi putearse en medio de los partidos de los pumas?”, se rió Rene, mientras palmeaba a Ernesto, que seguía desnudo ante la mirada de todo el vestuario.
- “Bueno, pero me tienen cansado, loco” enojado Ramiro.
- “Ya esta, ya esta. No te calentes. Mira, si hasta le doy un beso al grone este, todo chivado como esta”, riéndose Ernesto.
- “Bueno, bueno, pero alejame la nutria que me estas rozando el muslo”, jocoso dijo Rene.
Ramiro rió.
-“Ya esta. Ya esta. Todo solucionado. No vamos a perder el arquero por una boludez. Me prestar el jabón, Viejo?”, pregunto René.
- “Toma, Negro sucio, pero sacale los alambres, que me lo dejas hecho un desastre”.
Cuando salió de la ducha, la pelea había sido olvidada, y habían logrado conservar lo mas importante en un equipo de fútbol.

lunes, 15 de octubre de 2007

Era el próximo nomás...

Corría en forma graciosa. No se. Puede ser que sea debido a que lo considero una de las personas más graciosas que conozco. Pero esto era más allá de su gracia natural. Se trataba de un paso de seudo garza. Cortito. Como que su flaco cuerpo se iba a partir en el siguiente paso.

Llevaba puesto un saco de corderoy con un buzo de capucha abajo. El Ruso corría a su lado. Altivo, displicente, convencido. Él no. El venía como corriendo a una milésima de segundo menos de lo debido. “¿¿¿Por que me pasa esto!!!???” o “Ruso de mierda, para!!! Esperemos el otro bondi, ya fue”, seguramente pensaba.

Mientras los veía desde el hall de mi edificio, me dio la sensación de que él sabia que no tenían que tomar ese 152 que se les escapaba…

Hoy me contó que finalmente lo alcanzaron y a las pocas cuadras el colectivo se quedó sin Gasoil. Debieron bajarse y esperar el próximo.

viernes, 12 de octubre de 2007

No lo soñe...

Cesar tiene veinte años y esta siendo trasladado de urgencia hacia el hospital municipal. Sufrió quemaduras de extrema gravedad, producto de una explosión de gas. Había estado cocinando para sus hermanas, y en un descuido dejo la perilla de la cocina abierta. No obstante ello, jamás alcanzó a darse cuenta de todo esto cuando prendió el cigarrillo.

La ambulancia surca las calles de la ciudad en forma demoníaca. Los minutos son cruciales en esta carrera por la vida. El conductor lo sabe y por ello agrega la bocina a la ya virulenta sirena. No obstante lo apremiante de la situación, el chofer tiene confianza en su pericia. Jamás ha perdido un paciente, al menos por su culpa.

Es miércoles y son las tres y media de la tarde. Ha sido una semana difícil en la capital de la provincia. Estamos a semanas de las elecciones y el clima político se esta tornando insoportable. Ha habido algunas muestras de violencia, tanto de parte de los gremios como de las fuerzas de seguridad.

Venancio Cardozo (el conductor de la ambulancia) viene trayendo al paciente en un muy buen tiempo y confía en el éxito de su empresa. Había tomado la Av. 25 de Mayo y luego un atajo por el pasaje Tucumán, lo cual le había ahorrado algunos minutos. Solo quedaba encontrar a la Av. San Martín sin demasiado tráfico y el resto estaría hecho.

Sin embargo, raudo por Manuel Belgrano, al encontrar aquella avenida, advierte que el panorama se le complicaba. Cesar Manual Alderete, cabeza principal del “gremio” de desocupados en la Provincia, ha llevado a sus muchachos frente al Ministerio de Trabajo provincial, con el objeto de solicitar un aumento en los planes sociales. En realidad, todos saben que se trata de un apriete, ya que el grupo de presión responde al candidato del gobierno nacional, que aspira a desbancar a la cabeza del ejecutivo, quien representa al partido provincial.

Los señores gremialistas portan palos y sus caras se encuentran tapadas con pañuelos algo sucios. Muchos de ellos son gordos que superan las tres décadas de vida, pero muchos mas son jóvenes que no superan los veinte años, y Venancio apuesta a que jamás en su vida han intentado buscar trabajo.

No obstante ese panorama, el chofer sin cesar la sirena, se acerca el grupo a una velocidad prudente, confiado en la excepción del piquete por parte del gremio transportista para el vehiculo médico. Dos o tres “gordos” se le paran adelante, desafiantes. Alguno golpea el capot con su machete. Venancio pide clemencia y humanismo. Del otro lado no responden como esperaban, y siente como la chapa de la ambulancia repica ante cada piedrazo. Cardozo siente la ira e impotencia explotando por su frente, y dispara un insulto en el guaraní de sus ancestros. Los gremialistas sospechan que es una maniobra argüida por el Gobernador para disipar el piquete, por lo que resuelven arrojar nafta sobre la ventana del acompañante. Segundo se introduce el fósforo encendido desde el mismo espacio.

La explosión conmueve al conductor paraguayo, quien queda atontado por el estruendo. Temeroso de su propia vida – ya que alguna llama había logrado alcanzar una de las bocamangas de su uniforme verde agua -, Venancio Cardozo desciende de la unidad de emergencias y comienza a correr por San Martín en mano contraria, mientras algún veinteañero encapuchado lo azota con su macana.

El grupo de treinta personas que ocupaban el frente del ministerio festeja el incidente, bailando en derredor de la ambulancia en llamas, la cual poco a poco fue apagándose.

Los violentos solo se enteraron que había alguien en la parte posterior del vehículo asistencial, cuando se los confió por lo bajo el Jefe del Departamento de Bomberos.

Tres semanas después, se llevaron a cabo las elecciones provinciales, y el resultado no fue influido por aquel incidente olvidado.

(NdA: Uno puede escandalizarse por el punto de vista elegido y criticar la idea plasmada en esta historia, tildando a quien suscribe de diversos y variados epítetos. Pero estas cosas pasan...y es una vergüenza).

Un lindo ejercicio

Escuchar música mientras trabajo.
Descubrir bandas no tan conocidas.
Entrar en la cama recién hecha.
Que el primer trago de Coca con hielo sea largo.
Wisky con frío. Vino con cena. Fernet cuando salgo.
Cerveza siempre, sobre todo cuando llego del trabajo.
Gritar un gol.
Que me feliciten por algún laburo.
Hacer sentir bien a mi vieja.
Jugar al futbol.
Hacer asados, comer sushi.
Quedarme en la cama media hora más.
Desayunar afuera los sábados.
Leer el diario en la cama los domingos
Los viernes. Enteros.
Comer una picada.
Cocinar para alguien y que le guste de en serio.
Estar tirado en una playa.
Una ducha caliente en invierno.
Pasar una tarde en una pileta.
Ciertas miradas.
Charlar con mi viejo.
Hacer un chiste y que se rían.
Ayudar a un amigo cuando tiene un problema.
Fumar un cigarrillo cada tanto.
Abrazarla cuando me despierto.
El olor a nafta.
Ir a la cancha.
Ver llover desde mi cuarto.
Oir las gotas sobre el aire acondicionado.
Escribir esto.
Comprarme ropa.
Jugar con mis sobrinos.
Ver muchas veces la misma película.
Tomar mate a la mañana.
Manejar en la ruta, escuchando los Chalchaleros.
Bailar.
La neblina.
Encontrar un capítulo de Friends, a cualquier hora.
Tener ordenado mi escritorio.
Ser abogado.
Decir lo que siento.
Sentirme querido.

jueves, 11 de octubre de 2007

¿Qué es la poesía?

La poesía. ¿Qué es la poesía? Yo se un poco de muy pocas cosas. Y por eso tampoco me puedo permitir ser terminante acerca de cuando una poesía es buena o mala. Lo mismo me puede pasar con un cuadro, o un guiso de lentejas. Descubro con estos ejemplos mi rusticidad, pero también mi opinión.

Me parece que se trata un poco de la subjetividad de los gustos. No quiero caer en el viejo chiste del “Gustos son gustos…”, pero un poco de verdad hay detrás de todo eso.

Puede ser que haya ciertos parámetros objetivos que prohíban poner en pie de igualdad a un Miguel Angel que al Grone que te pinta la pared de tu casa. Pero me parece que pasa por otro lado la cosa. Se trata, centrándonos ya concretamente en la poesía, del sentimiento que se expresa y el contenido de las palabras que se vuelcan. Un claro de emoción traslucido en un trozo de papel es lo que yo, particularmente, busco en una poesía.

Alguna vez escribí poesías. No quiero decir que lo he dejado de hacer, pero ya hace tiempo que no ocurre. No se porque, pero debería retomar. En aquellas oportunidades quedaba muy conforme con ellas. Su métrica no era lo que me alegraba. Tampoco su sintaxis. Todo lo contrario. Pero, sin embargo, me permitían expresar de alguna forma un sentimiento. Y claro que lo hacían.

Debo advertir que este texto no trata de justificar de alguna forma mi falta de talento literario. Es otro fin el que me guía en esta ocasión.

He leído muchos poemas y textos de ése estilo en mi vida. No quiero decir con esto que me he dedicado a ello, pero en el colegio se encargaron de mostrarme ese aspecto de la literatura. Becquer, Garcilazo de la Vega, Rubén Dario. “Podría escribir los versos más tristes esta noche” o “Volarán las oscuras golondrinas” o algo así. Otras también. Muchas de ellas eran bonitas, ajustadas, objetivas, centradas. Pero para mi, vacías. No era eso lo que apreciaba.

Aún hoy sigo viendo a la poesía como en aquella época. Cuando reflexiono sobre ella, y volviendo a los conceptos volcados sobre los orígenes de este texto, debo advertir que no puedo explicar mi opinión de mejor forma, que no sea mostrando la poesía perfecta. Automáticamente me visita este fragmento, que mas que eso, se trata de un pedazo del corazón que alguien, hace mas de veinte años, saco de sus entrañas sin saber que nos estaba dejando un poema que, si bien no era perfecto, fue de lo mas hermoso que hemos podido escuchar.

Mis saludos a ese poeta contemporáneo quien, hasta con nombre de poeta, a más de dos décadas aún consigue ponerme la piel de pollo…

martes, 9 de octubre de 2007

Bi orno tubi (...o de la encuesta pizzera)

Tampoco estamos hablando de la disquisición filosófica entre tomismo y positivismo. No nos atrevemos a igualar la centenaria discusión entre liberales y conservadores. Derecha e izquierda. Ni hablar de religión.

Nos reconocemos ajenos y distantes, incluso, a batallas más banales como contiendas deportivas del tipo River – Boca, Vilas – Clerc o Maradona – Fangio.

Hasta reconocemos que sería más divertido que la pregunta se dirija a otras calóricas discusiones como “Pata-Muslo o Pechuga” o “Busto - Cadera” (disculpen estos últimos términos, pero he recibido comentarios de mi suegra acerca del blog, y no quisiera parecer soez ante ella).

Pero en este espacio, nos pareció prudente terminar, al menos y en forma definitiva, con una polémica que hemos escuchado en varios reductos porteños: ¿Cuál es la mejor pizza de Buenos Aires? Hemos visto gente disputarse a golpes el teléfono para marcar su número predilecto. Hemos hasta incluso presenciado una batalla de aceitunas con carozo, ante esta nimia cuestión.

Es por ello que nos atrevemos a encender la polémica para poder, si bien no con precisión matemática, tener un antecedente que legitime al elegido ante la discusión eufórica cuando el bagre empieza a pedir una especial con morrón o provolone.

Ahí les dejamos, entonces, la encuesta que aspira a dar una respuesta aunque sea a alguno de los interrogantes generados. Aclarado ello, quizás si, podramos discutir si Dios existe o “El Capital” de Marx fue una gran mentira.

domingo, 7 de octubre de 2007

Era una buena idea...

Fui a un bar a mirar el superclásico. Me pareció una buena opción llegar un rato antes de las dos, almorzar y ya quedarme para ver el partido. Es el encuentro más importante del fútbol argentino y esperaba que nos podíamos llevar un buen resultado de visitante.

Empezó el partido y pensé que sería una buena idea escribir un poco acerca de los nervios que se viven durante el partido. La preferencia a que los empates ya estuviesen firmados previamente y no tener que sufrir como un caballo. Pensé en armar un buen texto, quizás teniendo de fondo el tufillo de algún cuento de Fontanarrosa que hablaba sobre la decisión de un hincha de central de no ver el clásico rosarino y quedarse en su casa. "El vuelo de los pájaros" creo que se llamaba el relato del Negro.

La idea era buena, reitero. Contar todos esos estados de ánimo que uno atraviesa durante el partido. Los nervios, la ansiedad, el miedo, etc. Pensaba poner que no valia la pena sufrir así y demás, para terminar rematando que Boca ganaba uno a cero y todo lo que había afirmado se iba por la borda para pasar a la euforía y a la negación de todo lo anterior. Con algún remate interesante, la idea ya estaba cocinada.

Pero Boca jugó horrible y perdimos dos a cero, con precio. Y ahora solo pienso que soy un pelotudo por ponerme así por un partido de fútbol. Solo espero que Palacio alguna vez me obligue a disculparme por putearlo tanto como esta tarde.

Quizás pueda leer a Borges y consolarme un poco, aunque me parece que Jorge Luis sabría mucho de todo, pero no sabía nada de fútbol.

sábado, 6 de octubre de 2007

Plan de juego

Tranquilo. Adusto. Se manejaba sereno entre toda esa gente que completaba el semipiso del bar. No quería mostrarse excitado frente aquella muchedumbre. No era gente muy importante. Pero había algunos conocidos. Alguna vedette, corredores de autos, y hasta algún ex preparador físico de la Selección mayor de fútbol. “El Ambiente”. También, lógico en esos reductos, muchos gatos y falopa.

“Boludo, ahí esta la Fulanita” o “Mira quien esta ahí!!!”, de sus amigos lo empujaban a mostrarse sorprendido. Pero no. Él no quería exponerse como sapo de otro pozo. Adopto la actitud natural de quien se esta comiendo un pan con manteca en la cocina de su casa. Si los gatos miraban, él también lo hacía pero con confianza. La vedette le pedía permiso, se lo daba como a la señora de rulos que se subía al 152 antes que él.

Se reconocía, igualmente, más cómodo en esos antros, donde se baila apretujado, centellando avances femeninos, bajo el brillo de la transpiración traslucida de los flashes de neon.
Pero eso lo sabía él, nada mas. Y no estaba dispuesto a revelarse. En el bar de moda, sería uno mas y no mostraría la hilacha. Eso resultaría, pensó. En cualquier momento, alguien le haría algún comentario. Sería aceptado en esos círculos, al verse forma de conducirse en ese mundo. Como uno más de ellos.

Nada de eso ocurrió. Cuando estaba buscando la campera para irse, vio que uno de sus amigos le estaba rapiñando el cuello a una de estos yiros, como varias veces lo encontró en aquellas “seudo trincheras” federales de la conquista femenina.

Se fue buscando excusas para su fracaso y pensando que aquellas trolas habían perdido una oportunidad de oro. Camino tres o cuatro cuadras. Encontró un taxi y se fue a dormir solo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Labios color carmín

Flavia tiene los labios rojos. Carnosos. De esos que te provocan mirarlos sin prestar demasiada atención a lo que lo rodea. Ella esta juntada, pero hace poco, y hay algo en su mirada pícara que le permite a Esteban seguir insistiendo.

Juntos pasan algunos momentos todos los días en el “refreshment” del banco donde trabajan. Él siempre se pemite alguno piropo que ella no se preocupa en rechazar. Todo lo contrario. El "Ay, Esteeeeeeebaaannnnn" que le esboza con aquella mirada, lo hace imaginar que algún día, por fin, la podrá rematar en aquella sala de cuatro por cuatro con postres de gente de traje y sonrisa armada.

Un día Esteban se animó y le dijo "No puedo dejar de pensar en probar tus labios y dejar de imaginar que deben ser parecidos al fuego". Ella lo miró extrañada, como sorprendida de sus palabras. Le contesto con un escandalizado "¡¡Esteban, tengo novio!!". Él, aturdido, solo atinó a decir "Perdón, es que...me confundí".

Las semanas siguientes Esteban dejo de intentar cualquier diálogo. Ni siquiera eso, cualquier encuentro. Calculaba que no iba a soportar aquellos labios color carmín sin volver a sentir la contrariedad del rechazo.

Una tarde estaba en el "refresh" tomándose uno de esos café-barro de máquina. Estaba pensando en cualquier cosa, menos de trabajo. A sus espaldas escucha "Hola Esteban, ¿como estas?". Ella toco algunos temas intrascendentes que él ni se esforzó en continuar. Cuando hubo de sentirse un poco cómoda, Flavia le contó del final de su relación de pareja, con algún comentario acompañado de aquella mirada atrevida.

Esteban se paró, liquidó el fondo del horrible café y le dijo tranquilo: "¿Pero quien te crees que sos, negra jetona? No, te confundiste…". Dio la vuelta y se fue, sintiendo que había largado, por fin, aquella frase colgada de su lengua.