viernes, 28 de agosto de 2009

Tus huellas y sus esquinas

Como en un flash, nadie lo mira alrededor. Ese tipo de oscuridad no podía ser notado por nadie más. Dejándose arrastrar por ruidos internos, locuras y demonios, que despejaban su mente hasta que el mundo lo volvía a golpear con sus puños. Un esclavo dándole un baño de luz a sus retinas, esperando que el ruido lo venga a buscar. “Yo te quiero conocer igual”, al limite de sus ojos y su conciencia. Solo él y nadie más.
En algún pliego secreto, allí debajo de su corazón, todo escrito estaba. Las huellas pequeñas llegaban hasta la esquina y desaparecían. Rindiendo exámenes de conciencia, nunca supo de que estaban hablando. Lucía tan atractiva hoy. Pero se paro y se fue, por aquella esquina. “No solo era acostarme con vos“. “No juegues así conmigo, soy así de simple“.
Su casa era un abrazo con aromas, con adoquines en los pisos y chapas en los techos. Lo asustó un instante de sinceridad, tosiendo la verdad. Una guerra entre dos buscando su lugar. La soledad, sombría, perdió su naturaleza divina. Por las noches, desespera. Camina por el cuarto, el baño, la casa. Baja las escaleras y mira para la esquina. Se hace de día y ya no cree ver las huellas. Lo importante es olvidar. Sentado sobre el escalón de ladrillos viejos, mojados por la lluvia reciente, no le interesaba la humedad en su pantalón. Sus manos estaban hace rato sobre su rostro, presionando hacia abajo. Los parpados arrastrados dejaban ver la parte interior de sus ojos, entre amarillentas y moradas.
No se que son aquellas luces“, otra vez, que buscan la imitación arrogante del silencio y la oscuridad. Las luces van y vienen, golpean los parpados ahora cerrados. Oye un cometa gritar. “Arrogante yo“. “Cagon, te vas de bruces“.
Su cabeza esta llena de grietas, cubierta de farsas, el presente repite el pasado y el tiempo no para. “Vos me estas mirando y yo voy a caer, colgado en tu sien, desaparecer una vez mas. No me ves pero ahí voy, detrás de tus pasos y huellas, ahí voy, en busca de mi prisión con llaves que solo cierran“. La lluvia de nuevo le pega de frente con sus piernas que tropiezan sus rodillas. Cada vez que llega a la esquina es otra cuadra que debe recorrer, detrás de una esperanza eterna. Un pacto para vivir, le propuso. En los restos del amor que quedaba en aquella conversación. Un camino recto y simple para sobrevivir. Ella no acepto. Se paro y se fue. No solo quería acostarse. Se lo dijo. Desenlace en un cuento de terror, que ahora lo trae caminando. Buscando ya casi otro cuerpo, otra voz, consumiendo inviernos, para salir de ella, intoxicado, loco y sin humor.
No me hubieras besado esa noche, porque esa misma noche encontré el amor. Como te extraño mi amor porque será, me falta todo en la vida si no estas. Te extraño tanto que voy a enloquecer“. Confía en el paso del tiempo como otra solución para encontrar la calma, se arrodilla en su pecho para encontrar la ternura perdida, en los brazos ajenos, esporádicos y tarifados. Nadie espera por el. “A ver si alzando las copas forajidas vienen un cielo de enfermeras para lamer sus heridas de amor. Una enfermera del amor. Por las noches la soledad desespera”.
Si hiciera una lista de sus errores. De los menores hasta los peores. Expusiera sus heridas, los fracasos y mentiras. Arriba estaría ella, sus huellas y esa esquina. Con la paciencia del mar esperará y, de sus olas, la confianza y la fuerza. Si hiciera un viaje a sus adentros y sobreviviera a los lamentos. “Necesitaría fuerzas para decir cuanto lo siento”. Si volviera a comenzar, no tendría tiempo de reparar esas huellas y sus esquinas.

jueves, 27 de agosto de 2009

La cobardía de un fuego violento

Los gritos me despertaron bruscamente. Levanté la cabeza y mi litera estaba ahí, frente al kiosco sobre Avenida Corrientes. Con los ojos entrecerrados alcancé a ver el humo que salía de un edificio, en frente en diagonal. Detrás del humo, las olas del fuego iluminaban el techo y las paredes de una habitación del tercer piso. Confuso, no le di mayor importancia y hasta pensé que era hermoso.
Cuando me reincorporé segundos después, la calle ya había sido ocupada por decenas de curiosos y el fuego, violento, ya había tomado ese piso, otros y el edificio continúo. Los gritos y la desesperación de la gente sonaban angustiantes. La velocidad en que se propagaba el fuego era sorprendente. Ojala tuviera esa voluntad en mi vida, pensé.
Había gente que saltaba directamente desde las ventanas para escapar del infierno. Algunos conseguían caer parados. Otros no.
Un policía, algo gordo, salió del edificio y con movimientos laterales de sus piernas, enfrentándo al público, exigía con sus brazos y a los gritos que colaboren en el socorro de las víctimas. Solo unos pocos le hicieron caso.
Tomé en dirección hacía la esquina, corriendo, dejando atrás los pocos harapos que hacían mi cama. Sentí vergüenza de mi cobardía, pero no creo que alguien se haya dado cuenta.

martes, 18 de agosto de 2009

Romance de Guillermo y Pamela (por Daniel Perez)

El romance comenzó
De manera muy humana;
Guillermo tenía un amigo
Y el amigo tenía una hermana.

Señorita muy valorada,
Rubia, menuda, galesa,
Dueña de muchas virtudes
Y de ojos color turquesa.

No quiero entrar en detalles
Ni mencionar cierta esquela,
Baste decir que Guillermo
Se encandiló con Pamela.

Ella entonces cursaba
Su querida psicología
Mientras él tragaba libros
En la facu de abogacía.

El asunto no fue fácil
Porque vivían muy alejados;
Saltaban de bus en bus
Como bichos enamorados.

Fueron pasando los años
Y la cosa se empiojaba;
La novia andaba ceñuda
Y el novio se le escapaba.

Cuando él se recibió,
Rápido como un potrillo,
Ya no podía esquivar
El asunto del anillo.

Pero siempre existen recursos,
¿Quién dijo: no hay tu tía?
Guillermo se puso bravo
Y empezó una maestría.

Había que esperar también
El título de Pamela,
Para llegar al altar
Sin deber nada a la escuela.

En resumen, caballeros,
Siete años duró el noviazgo,
Muchos ya se olfateaban
La llegada del hartazgo.

Pero el novio era de ley;
Rápido como una flecha
Compró el anillo un día
Y la cosa estuvo hecha.

Pamela, mi dulce flor,
Mi hermosísima princesa,
Quiero casarme con vos
Y poner sushi en la mesa.

Quiero una linda fiesta
Con champán y con helados,
Para que chupen y bailen
Toditos los invitados.

Así empezó la historia
De este lindo casamiento,
A las promesas sinceras
No las disipa el viento.

(Daniel Perez) - Ingresar aquí.

jueves, 13 de agosto de 2009

Empanada

"Decí "Empanada"...Estoy embarazada" (Alfredo Casero - Tratame Bien - 12/08/2009)

Estampitas

Parroco: ¿Porqué haces eso?
El Alemán: Porque hice una promesa.
(La gente que estaba por ahí, cerca de la puerta de salida, comenzó a mirar curiosa)
P: Para hacer esto me tenes que pedir permiso a mi.
EA: A si?
P: Si. Y además tenés que hacerlo después de la celebración.
EA: Pero no estoy molestando a nadie. Estoy en la salida. Y se las doy a quienes se están retirando.
P: No importa. Una vez que termine, entregas lo que quieras. Pero del lado de afuera. ¿Sabes cual es la mejor forma de cumplirle una promesa a San Expedito?
EA: No, ¿cuál?
P: Viniendo a misa.
EA (visiblemente ofuscado): Mire usted. Y para regalar estampitas del otro lado de la puerta, ¿también le tengo que pedir permiso a usted?
P: Si.
EA: Mire usted.


P: ¿Sos de la zona?
EA: Si (cortante).
P: Tenes que venir más a Misa.
EA: Aha (con cara de orto).
P: Te enojaste…
EA: Por supuesto.
P: ¿Por que?
EA: ¿Que le parece? Ud. no es quien para venirme a decir si puedo repartir estampitas o no, ni adonde. La Iglesia en definitiva no es suya.
P: Si, es mía…y tuya.
EA: Entonces tengo todo el derecho de regalar estampitas.
P: Si.
EA: Y tampoco tiene el derecho a decirme lo que prometo, a quien le prometo y como lo cumplo.
P: Te enojaste…
EA: Por supuesto.

martes, 4 de agosto de 2009

Segundo trago

"Cuando los hielos del wiskey se derriten, se forma un segundo trago" (The Office).

Tintorro

"¿Y porqué estas en el baño tomando vino?" (P.L., 01/08/2009).