Brillan las olas en la costa de tus caderas.
El reflejo del sol en esos ojos, que vienen
Y van con la salobre de tus labios mojados.
Tu belleza ya es ridícula para mi conciencia
Y mi entender, asombrados en cada pendular.
Calor en esas manos que abrazan de mañana.
Afable, dulce y pasiva, solo atormentada
En tu carácter, por los vientos del florecer.
Como tu arena entre mis dedos, el tiempo pasa
Y esa piel ocre me espera en cada tarde,
Con el sol reposando entre tus piernas, tibio.
Juego con el futuro y me pregunto a menudo,
Porque habré tardado tanto en descubrirte,
Sabiendo que me ha llevado poco enamorarme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario