miércoles, 15 de septiembre de 2010

PMY

Brillan las olas en la costa de tus caderas.

El reflejo del sol en esos ojos, que vienen

Y van con la salobre de tus labios mojados.

Tu belleza ya es ridícula para mi conciencia

Y mi entender, asombrados en cada pendular.

Calor en esas manos que abrazan de mañana.

Afable, dulce y pasiva, solo atormentada

En tu carácter, por los vientos del florecer.

Como tu arena entre mis dedos, el tiempo pasa

Y esa piel ocre me espera en cada tarde,

Con el sol reposando entre tus piernas, tibio.

Juego con el futuro y me pregunto a menudo,

Porque habré tardado tanto en descubrirte,

Sabiendo que me ha llevado poco enamorarme.

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