lunes, 31 de diciembre de 2007

Telón

Se cuelga el 2007 con su dedo índice del precipicio del tiempo, y se disparan diversos pensamientos que, con la métrica de conclusiones y objetivos, alimentan un poco más ésta época de rituales costumbristas y prácticas familiares.

En la Patagonia lejana me encuentra éste 31, cerrando el año en casa de mis viejos, cuestionándome todavía que carajo hago en Buenos Aires, sufriendo el calor, lejos de toda esta paz.

En fin, no quería que el affaire de “Mazaso” cierre mi año literario, y por eso me propuse escribir este texto de salutación final para un año que en el balance final arrojó un resultado muy positivo.

A mi familia, el amor de siempre. A mis amigos, lo mejor. Y a aquel que reincide en leer los desvaríos de quien suscribe, que la empresa no le deje un sin sabor. Gran 2008.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Mazaso

Me encontraba caminando por un Megasport ubicado en el 3er piso del Alto Palermo. Estaba buscando un regalo navideño para mi sobrino Matías (como se pierde tiempo buscando regalos, por Dios!!). Traía puesta una remera roja con mangas grises y bermuda blanca.

Yéndome hacia fuera (no había encontrado nada que me haga pensar que mi sobrino querría conservar), una chica me detuvo con sonrisa ansiosa y me extendió una prenda de lycra (creo que era de lycra). “¿Podrías ayudarme? Necesito un número más chico”, me dijo. Advertí lo que estaba ocurriendo y le contesté: “Te ayudaría con gusto si trabajase acá”. Se ve que, a pesar de bella, no era muy rápida ya que me miró extrañada. “Digo, que te ayudaría si trabajase aca…pero no lo hago”, reafirmé.

La rubia se disculpó con un poco mas de su sonrisa ansiosa y yo proseguí, también con una sonrisa en mi rostro.

Esta bien que mi remera podía confundirse con el uniforme de la tienda deportiva, pero realmente, transcurridos algunos pasos mas de la salida del negocio me invadió un pensamiento preocupante: era la remera con la que había elegido salir esa noche.

Así que acá estoy, con mi remera de Megasport y mi cara de asistente de ventas, pensando en que la boluda esa me cagó la noche.

jueves, 20 de diciembre de 2007

El Convento (Dudas y silencios)

Marcelo sintió el frío en su cuerpo. Sintió también que lo tocaban en la espalda. Advirtió que estaba acostado, de lado, en el piso. Percibió el frío de las baldosas grises sobre su cuerpo. Ahí recién advirtió que estaba desnudo. El clima de invierno también se hacía notar en otras partes. No comprendía mucho lo que le estaba ocurriendo. Le dolía la cabeza y se creía perdido. Confundido. Miró para arriba, de costado y pudo ver a su hermano que le daba la bienvenida al mundo real con un “¿Qué haces ahí? Levantate, pelotudo”. Así lo hizo Marcelo.

Cuando se paró, volvió a pensar en que estaba desnudo. Repasó con la vista sus piernas peludas y su miembro al descubierto. Ahí recién advirtió que había estado tirado, no sabe cuanto, en el pasillo del convento donde vivía. Si bien era domingo, supo que probablemente alguno de los curas de clausura lo había visto desarropado contra la puerta de su habitación. Por un segundo, pensó que quizás nadie lo había advertido, pero luego, al revisar su reloj – la única prenda en su contextura – pudo ver que la mañana había comenzado hacía mucho tiempo.

Entró a la habitación, esquivando las preguntas de su hermano y se acostó a dormir, posponiendo para la tarde todas las respuestas que podía llegar a buscar. Una de ellas, claro, era el ardor proveniente de la zona baja lumbar.

Sin embargo, los dos días que continuaron estuvieron plagados para Marcelo de dudas y misterios. Solo recordaba haber asistido al cumpleaños de Juan Carlos Adet, quien hubiera sido compañero de habitación en su primer año de seminario hasta desistirlo, entrando éste en un cono de excesos y libertades para asentarse finalmente en la distribución de profilácticos. En aquella fiesta, Marcelo solo recuerda que fue recibido por su amigo Juan Carlos – ahora apodado “Tota” – y presentado a una serie de personajes de la noche, entre los cuales se sintió un extraño. Naturalmente, así lo era: entre Dealers, Drag Queens y nenas escort, un aspirante a cura era un auténtico sapo de otro pozo. En ello, la última imagen que recordaba era un petiso con cara de degenerado llamado Phillip que, enroscado en una boa de plumas fucsias y detrás de un sombrero de copa blanco, le ofrecía una gelatina naranja.

Efectivamente, en el convento lo habían visto. Sin embargo, tuvo suerte que no fue ninguno de los hermanos superiores, quienes habrían aplicado una muy segura y severa pena para Marcelo. Lo vieron solo un par de monjes de clausura - con voto de silencio -, que solo atinaron a hacerle ademanes con la mano a Marcelo – básicamente, ponían ambas palmas enfrentadas como a 20 cmts y se reían - aquel domingo por la tarde.

Fueron días de larga preocupación para Marcelo aquellas cuantas horas en el convento. No solo el tratarse de un novicio en pérdida del conocimiento empeoraba su situación, sino aquel maldito dolor en el comienzo de la línea que separaba sus glúteos.

Había resuelto pasar un par de días encerrado en su cuarto, no solo para reflexionar acerca de sus acciones sino también para evitar los chistes vecinos. Había divisado en un par de ocasiones a los monjes de clausura mostrarle las palmas enfrentadas al resto de sus compañeros de seminario, a las risotadas claro está.

Dos o tres días después, famélico ante la ausencia de alimentos sólidos, Marcelo decidió bajar al comedor comunitario para cenar con sus compañeros. Cuando entró en el largo salón cuadrangular, sintió que desde la mayoría de las 27 cabezas que lo observaban sentados recibía miradas de rechazo. Si bien pudo advertir alguna mueca risueña, en su conjunto eran repasos hostiles.

Para su suerte, las cenas en el convento eran silenciosas, aunque un amigo de él se las ingenió para comentarle que habían expulsado a los dos monjes en virtud de la violación del voto de silencio cuando sus risas habían pasado a ser verdaderas carcajadas, incluyendo revuelcos en el piso del confesionario. “Lo tienen merecido”, pensó Marcelo. “Por hijos de puta”, remató.

Cuando hubieron finalizado la cena – frugal, a base de verduras hervidas -, y luego de realizada la oración de rigor, comenzó a salir hacia los jardines que daban al gran comedor. Cuando se encontraba próximo a llegar a la puerta, alguien lo llamó desde la cocina. “¿Hermano Marcelo?”. Se dirigió hacia allí y se encontró con Elvira, cocinera y residente del convento, quien lo esperaba con un paquete entre sus manos.

Intrigado, Marcelo preguntó “¿Qué pasa, Elvira?”. Ella extendió hacia delante sus manos y le dijo “Acá tiene su ropa, Hermano”. Los dos ojos de Marcelo, agrandados por la sorpresa, vieron como Elvira se retiraba con una sonrisa entre sus labios.

Al llegar a su cuarto, desgarró el papel que envolvía sus hábitos y pudo advertir que estos se encontraban llenos de brillantina y olor a cigarrillo. Cuando quiso extender la sotana para ver si se encontraba en buen estado – más allá de su suciedad y pestilencia -, observó como desde su interior se deslizaba aquella boa fucsia del enano libidinoso y un cucharón sopero viejo. Las preguntas en Marcelo comenzaron a centellar y ahí si, se sintió preocupado verdaderamente.

Hoy Marcelo continúa viviendo en un convento. Pero en otro distinto al que vivió aquella historia. Pidió el traslado a la casa de formación ubicada en las afueras de Resistencia. En él, tomó finalmente los hábitos y el voto de silencio. Cuando tomó aquella decisión, pensó que la quietud y los nuevos aires iban a licenciarlo de contestar las preguntas que extraños seminaristas le hacían sobre aquella noche. Pero no contó que ningún silencio iba a acallar los gritos intrigados de su conciencia.


Dedicado a mi gran amigo “Palmera”, quien todavía hoy queremos como sino se hubiera ido.

Secreto

Una de las cosas que más disfruto es descubrir bandas nuevas. Esos grupos que todavía no alcanzaron la fama pero que tienen canciones altamente recomendables. Así me he encontrado con grupos como “Death Cub for Cutie” o “Jaimie Cullum” (si, si, mucha gente lo conoce, pero haces una encuesta y de cien lo “junan” cinco). Es muy agradable saber que a Jack Jonhsonn lo descubriste bastante tiempo antes de que “Banana Pancakes” te rompa la cabeza en la 100.

El placer es sentir que esa bandita o solista es tuyo. Por un momento. Es una suerte de secreto que se la transmitís a ciertos amigos. Pero no a todos. Y escuchar de esa persona un “che, esta bueno esto. ¿De donde lo sacaste?”

Y sino, también disfruto mucho encontrarme con bandas viejas y desconocidas. Es el mismo concepto pero con bandas como “Captain Beefhart and the Magic Band” o “Pretty Things”.

Pero en realidad, cuando empecé a escribir este post, que ya se me desorganizó, es que dentro de estos gustos por descubrir música nueva, amo encontrar en discos de artistas conocidos aquellas canciones que no fueron simples ni primer, segundo o tercer corte del disco. Viven solo en la casa de los que compraron el disco o lo piratearon de Internet.

Venía caminando por Puerto Madero y empezó a sonar “The One” del álbum “Chocolate Starfish and the hot dog flavored water” de Limp Biskit. Un disco que se lo robo el tema a misión imposible y algún otro corte más del sacadito de Fred Durst gritando como un enfermo y pensando que es vivo insultando gente. Pero The One es un temazo de bajos constantes y sólidos, con una voz que se mece en el ritmo y la potencia de aquella banda que lideró mis 19 años. Bueno, como decía, escuchando ese tema, pense en escribir esto.

Me acuerdo de “Denial, Revisited” de The Offspring, “Picture” de Kid Rock o “Katmandu” de Pappo.

No se, si pueden, pongan esos temas o bandas en sus mp3s, ipods o lo que sea y salgan a caminar por la calle, pensando que les están contando un secreto al oído.

martes, 18 de diciembre de 2007

Un lugar

Busco un lugar lejos de aquí,
donde juntos podamos hacernos sentir.
Donde vida y muerte no sean diferentes
Ni tiempo ni espacio nos pueda separar.
En el refugio de tu pecho yo pueda vivir
Y el escudo de mis brazos nos aleje del fin.
Un lugar que sin decir nada, solitario no es.
Allí, nosotros en nuestros sueños,
podamos volver a nacer.

Fausto Rudel.
Diciembre 13 de 2002.

Ausencia

Si tu no estás
Mi piel no tiene su abrigo.
Solo siente el gélido frío
De la soledad.

Y si te busco
En salas vacías,
Las lágrimas serán solo mías,
Y la pena me vuelve a llevar.

Pero cuando vuelvas,
Se llenará de vuelta mi vida.
Mi suerte no estará tan perdida,
Y comienza de nuevo a soñar.

Fausto Rudel (17/03/2003).

Sos vos

Soy feliz pensando en vos. Solo pensando en vos.
Me traes alegría, felicidad y sonrisas.
Sos el sol de mis mañanas y la sábana que cubre mis sueños.
El rocío que dan de beber a mis tallos y la brisa que mueve la luz de mis velas.
Sos el ángel que me cubre con sus alas y la diosa que reina en mi tierra.
Sos el agua que baña mis raices, y el aire que permite que yo vuele.
Sos mi vida, mi cielo, mi sol. Mi luna, mi noche y canción.
Sos todo para mi.
Porque solo puedo pensar en vos, y solo a vos te necesito. Sos todo lo que quiero para siempre.
Y mañana estarás conmigo, y las horas se empiezan a alargar, los minutos no se mueren y los segundos no se van. Las agujas del reloj parecen pétreas, y mi llanto ya es un gélido cristal.
Te necesito, y mañana ya estaré con vos. Y me fundo en un abrazo, y me fundo con tu amor.
Te amo, ahora y siempre.

El Alemán.
Marzo 17 de 2003.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Los de afuera son de palo

“Discúlpame, pero no voy a hablar de fútbol con vos. Te pido por favor que te abstengas de opinar”.

Quizás no haya en el mundo una materia más opinable que el deporte del balompié. No creo que exista temario mas subjetivo que el de la práctica del “deporte más hermoso del mundo”, como diría el relator de los partidos de la Champions League en ESPN.

De hecho, somos testigos diarios de una caterva increíble de programas con seudo eruditos del “fobal” que dictan sus ideas pretendiendo tener la verdad justa sobre aquello que cuenta con innumerable cantidad de matices, al azar por compañero y el resultado por medida.

Pero sin perjuicio de ello, hay algo que no voy a tolerar jamás en la discusión futbolera casual: el que opina sin haber practicado jamás o en grandes medidas ese hermoso deporte.

¿Qué puede saber acaso quien jamás ha regateado un adversario y tirado un centro atrás para que el nueve grandote empuje la pelota al fondo de la red? ¿Quién puede hacerlo sin haberse llenado la boca de gol en un picado con latas vacías por arco y un “globo” raído por balón? ¿Es acaso meritoria la tesis de quien no sufre por un resultado adverso del equipo de sus amores? ¿Puede venir a mofarse de un hincha caído aquel que solo aparece en las victorias? ¿o aquel que no se emociona con el relato de Víctor Hugo en aquella tarde mágica de México? (Nota: sino entiende algunas de las preguntas realizadas aquí, realmente para usted fue escrito este texto).

El fútbol es una pasión y como tal, no puede ser explicada. Sabiendo ello es que, también, no pretendemos entusiasmar a aquellos que no lo sienten de la misma manera que nosotros, y hasta eso es muy justo. Pero no opine si ese deporte no le gusta o lo hace a medias. No discuta. Quédese afuera de esa ronda futbolera de risas y contraataques. Participe como espectador si quiere. Ríase un rato en silencio a costa de aquellos que si se toman a esto en serio. Permítase advertir el romanticismo de alguien que deja en manos – o piernas - de 11 tipos la suerte de su destino en un lunes por la mañana.

Insisto, hombre o mujer, no se atreva a azuzar a una persona que vive el fútbol de la manera explicada. Por que la pelea es injusta. Simplemente. Se trata de una contienda en donde uno no tiene nada por perder y el otro por ganar. Si usted no disfruta el fútbol poco le va a importar verse derrotado en el silogismo futbolero, mientras que el hincha de corazón nada ganará al tratar de convencer a un vacío de alma tribunera.

Y si usted lo hace solo por el placer de molestar a quien se toma este ejercicio de manera vehemente, sepa que la vida es una vuelta y solo el tiempo pondrá en su lugar a aquellos que escarmientan con el sufrimiento ajeno.

jueves, 13 de diciembre de 2007

De amores, comentarios y otros sacrificios

Existe un blog al que asistó en ocasiones. Respecto de un reciente texto publicado, me permití hacer un comentario que me gustaría compartir con uds, y que a continuación transcribo:

"Permítanme disentir. Es verdad que nadie es perfecto y de ser amados, lo seremos por quien seamos y no por quien tratemos de ser. Pero es inevitable en una pareja buscar el consenso, el diálogo y, sobre todo, la permanente y constante voluntad de superar obstáculos comunes en post de una mejor convivencia.

De eso se trata el amor, amigos, igualmente. Poder sacrificar el egoísmo personal y cómodo, y disponerse a realizar aquellos cambios –arduos, dolorosos y duros – para lograr la comodidad, agrado y felicidad de la pareja.

La respuesta contraria, realmente, mantendría polos opuestos a dos personas destinadas inevitablemente al fracaso. Salvo que la fórmula sea: “que le guste por quien soy, así como soy”, en cuyo caso estaríamos diciendo, para que la relación funcione, que una de las partes debe hacer concesiones permanentes y amoldarse a su estático y pétreo compañero. Considero a esto una falacia, carente de total realismo.

Aquel que no esta dispuesto a relegarse en post del bien de su compañero/a, realmente no esta preparado para encarar una relación, sobre todo pensando en una a larga distancia. El amor es el bien del otro, a través del sacrificio personal, toda vez que aquel se produce con el desapego al capricho propio. En aquellos casos en donde uno de los dos falle en tal premisa, la salud de la pareja se encontrará en serio peligro.

Disculpas si vengo a romper su teoría, y sobre todo, si lo hago yo, carente de todo tipo de licenciatura y/o grado en opinología, amor, y otros conjuros. Solamente tengo varios años de un lindo y trabajado amor con mi pareja
".

martes, 11 de diciembre de 2007

El Gran Pez

Fui a casa al mediodía para almorzar. Estaban dando el final de “El Gran Pez” de Tim Burton. No puedo dejar de llorar cada vez que veo la última parte de esta película: cuando el hijo le relata al padre la historia de su muerte.

En general, debo decir que no se identifica ninguno de esos personajes con nada de mi vida. Sin embargo, ver esa despedida “padre-hijo” no hace más que hacerme recordar a mi viejo.

Mi viejo es mi mejor amigo. Simplemente. Siempre lo fue. Desde que nací y le cambié la vida hasta el día de hoy. Nos hacemos reír mutuamente, a pesar que somos dos tipos de carácter fuerte (en realidad, dos tipos con el mismo carácter).

Pero el viejo también es mi consejero. Desde chico, siempre me ha hablado de aquello que era importante. Lo sigue haciendo, de hecho. Mi viejo podrá no saberse los nombres de mis amigos o cuestiones diarias, pero seguro que piensa en mi y mi futuro varias veces por día. Me ha enseñado tantas cosas y lo seguirá haciendo.

Todavía recuerdo aquella tarde del 28 de Enero del 98, en que mi viejo me dejó en la Terminal de ómnibus de Mar Chiquita, luego de unos días de vacaciones familiares, para que venga a estudiar a Buenos Aires. Él lloraba y yo, contento por la nueva experiencia venidera, le decía que ya regresaba. De haber sabido lo que me esperaba, quizás no hubiese estado tan contento aquel día. Yo me fui de casa, y él termino con un principio de ataque cardiovascular por "extrañarte tanto". Hoy pienso mi vuelta al sur, quizás, porque empiezo a sentir los mismos malestares.

No escribo esto para decirle indirectamente a mi viejo que lo quiero. Lo hago cada vez que hablamos. Como él, no soy alguien a quien le cueste expresar sentimientos. Pero lo hago, quizás, para decir lo mucho que me duele pensar que algún día faltará. No será hoy, ni mañana. Dios quiera que falte mucho tiempo. Pero lo voy a extrañar. Seguro que sí. No es algo que le pueda interesar a mucha gente, pero si es algo que me interesa decir a mi. Suficiente.

Como decía, “Big Fish” no me dice nada de todo esto. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en mi viejo cada vez que el joven se despide de su padre.

La puerta

El sábado pasado, Oscar Juárez tuvo el cumpleaños de un buen amigo. Volvió a su departamento de la calle Arenales a las siete de la mañana. Muy borracho.

Ingresando al palier del edificio, advirtió con su beoda vista que alguien se encontraba dentro del ascensor y pronto a iniciar su viaje. Oscar pidió que lo esperaran. No lo hicieron. Corrió con sus casi ciento veinte kilos y empujó la puerta con el pecho. El golpe hizo que el ascensor se detuviera en el entrepiso. Se escucharon algunos gritos de pánico desde su interior. Rubén trato de acomodar la puerta y, por suerte, el ascensor siguió su marcha.

Unas cuantas horas después, se despertó en su cama, no muy seguro de lo que había pasado. Cuando comenzó a recordar le dio vergüenza su estado. Rememoró otras anécdotas peligrosas, de la mano de la bebida. Sintió temor.

Estuvo toda la tarde en su casa, pensando si debería avisar a alguien del consorcio sobre su incidente. Creyó que no era conveniente. Nadie lo había visto con certeza, pensó.

Finalizando la tarde, juntó ánimo y fue hasta la planta baja para chequear el elevador. La puerta corrediza del mismo estaba salida, móvil, rota. El número indicador del piso estaba apagado. Habían sacado al ascensor de servicio.

“¿Viste lo que hicieron?”, preguntó alguien de atrás. Era Rogelio, el portero. “Son unos brutos”, continuó este. “Ahora voy a tener que llamar al del service”. Oscar inmediatamente cambió de tema: el tiempo, Boca-River, cualquier otra pavadas de las que siempre habla con Rogelio.

Subió por la escalera pensando en una buena excusa para cuando alguien se de cuenta que la única persona del edificio que puede “arrancar” de cuajo la puerta del ascensor era él mismo, mientras seguían golpeando su pecho sensaciones de cobardía y vergüenza.

viernes, 7 de diciembre de 2007

El tiempo pasa



Matías tiene diez años. Es mi sobrino. Lo conocí hace un poco menos de una década, en el solar de la Abadía, cuando mi hermano me lo presentó.
Hoy me acaba de mandar un mail...

Que viejo que me estoy poniendo, che...

jueves, 6 de diciembre de 2007

Verano

Verano,
En tus noches se encienden los cuerpos
bajo las sábanas en suaves roces,
Y los labios se buscan perdidos,
sedientos, húmedos y violentos.
La fina brisa de una noche estrellada,
que acariciando la piel desnuda,
calma sus cuerpos exaltados.

Verano,
Que sos testigo del encuentro
de dos amantes nacientes,
idos por la música de sus sentidos.
Desatados de pasión,
con sus sexos desbocados,
se buscan desesperados
en la oscura habitación.

Verano,
Por sus húmedos sabores,
que le sirven de excusa
en la esperada reunión.
Tan cómplice de sus miradas
Que les regala el calor,
para que los seres transpirados
Se amen sin control.

Fausto Rudel.
Diciembre 1 de 2002.

martes, 4 de diciembre de 2007

Ayer y hoy de mis piojos

Finalizaba el mes de Diciembre del año 1996, y mi hermano recién llegado de Buenos Aires para sus vacaciones estivales me dijo “Escuchate este disco”. Su tapa amarilla con el dibujo de una suerte de Tótem en la tapa no me resultó a primera vista atrayente. Claro, se trataba de “3er Arco”, tercer disco – y despegue - de Los Piojos, una banda cuasi ignota por aquellos días.

Como alguien pone ciertas fechas o hitos históricos para determinar el comienzo de eras o etapas en la historia de la civilización, este hecho seguramente estaría entre los finalistas - junto con mi primer borrachera, mi primer beso o el descubrimiento del primer “caballero” en mi zona púdica – para marcar el comienzo de mi adolescencia.

De cualquier forma, ahí comenzó mi vida con la música. Desde allí, hasta hoy, comparto muchos momentos con alguna “banda de sonido”. “Cada ocasión, tiene su son”, así como cada estado de ánimo es mejor si está sazonado con la canción justa.

Pero Los Piojos fue mi banda adolescente – después se sumó La Renga, claro – lo que me llevó, lógicamente, a usar sus remeras y asistir a sus conciertos. Su cuarto disco, “Azul” ya no me gustó tanto, y “Verde Paisaje del Infierno” fue una suerte de separación de hecho – no podría decir que llegamos al divorcio -. No se porque. Quizás cambié yo. Quizás no lo hicieron ellos. A lo mejor lo hicimos ambos, por distintos caminos.

Hoy venía caminando y puse en el Ipod el nuevo disco de la banda: Civilización. La creo mi reconciliación con el grupo. Me gustó. No íntegramente, pero en su mayoría. El caminar con audífonos te permite apreciar mejor los sonidos, y en ello descubrí un avance interesante, melodías frescas y, también, aquel espíritu que me encontró en una tarde de diciembre de mis últimos años en el sur.

Sentí ganas de aprender a tocar un instrumento. Me sentí bien. Tuve ganas de bailar. De cantar. También tuve un arranque de querer expresarme a través de la música y, por que no, hacer un temita que tenga una musiquita linda y que me haga sentir orgulloso. Lamentablemente, carezco de talento y hasta de uñas para agarrar una guitarra. Por eso es que estoy escribiendo esto, aunque más no sea, quitándome las ganas de decirlo.

domingo, 2 de diciembre de 2007

De equinos y banderas

Vamos a ver polo. La segunda semifinal del Abierto de Polo de Palermo. La Ellerstina contra Chapa II. El día está hermoso y, calculo, que pasaremos un gran domingo, con amigos, mate y la "gente linda".

Estamos esperando al impresentable del Escocés para salir. Ayer estuvo en una fiesta con el Bambino Veira. Lo llamamos hace media hora, preocupados por su silencio, y respondió con una voz de ultratumba divina. Llega y salimos. No es el mejor horario para hacerlo, pero la demora la va a compensar con alguna aneda que nos va a hacer morir de risa.

El tema es que a la misma hora que estemos disfrutando de la adrenalina de ocho pibes jugando con el peligro de "volar" arriba de otros tantos caballos, se estará jugando en la cancha del club de mis amores el partido que definirá el Torneo Clausura.

Quizás se me pueda decir que, como Boca no tiene chances, elegí hacer otro plan alternativo. Pero no. Las entradas fueron sacadas antes del Tigre - Boca, cuando mi equipo todavía tenía aspiraciones de campeonar.

Lo cierto es que elegí este plan "conchet", concientemente, antes que entregarme como cada Domingo a esa pasión difícil de explicar, pero sobre todo, de justificar. No se. Puede ser también que el tema Polo no es algo que hacemos todos los años. También está la fuerza que le puso Ceci a la compra de los boletos. No se.

Llegó el Escocés. Nos vamos. Espero que no retumben desde la Boca los ecos de mi conciencia…

sábado, 1 de diciembre de 2007

Amor en movimiento

A la hora indicada,
Fueron sedientos de deseo.
Encendidos por la espera,
El cuerpo hervido en sangre
Queriendo ya ser parte,
La lujuria y el placer.

El grito entre suspiros
Alientan las fantasías,
Que de fondo se oyen quejar,
Tras el jadeante respiro,
De ojos desorbitados,
en tan bella melodía.

El aire envuelto en celo,
Aromas de esta locura,
Que enferma nuestra cordura,
Y desata lo que es prohibido.
Visiones frente a este ángel,
Que en demonio se ha convertido.

Los nervios tan tensionados,
Al punto de la explosión,
Dos almas tan completadas,
En clima de ebullición.
Y es justo en ese momento,
Donde se presenta Dios.

Lo oscuro se torna claro,
Y la luna se vuelve sol.
Todo es bello y perfecto,
Con esta imagen de vos.
Yo mismo con mi destino,
Me encuentro en tu rincón.

Fausto Rudel

viernes, 30 de noviembre de 2007

Según pasan las horas

Martes. Cinco y diecisiete de la mañana. Sé que es “y diecisiete” porque estoy mirando el reloj cada tres o cuatro minutos, prestando demasiada atención a esas últimas dos cifras del digital. Esos numeritos rojos en la cómoda izquierda de mi cama, rodeados de nada más que oscuridad. Tengo los ojos duros y, calculo, algo rojos.

No soy de tener insomnio pero hoy me ha atacado el problema. El reloj avanza pero atrás se queda mi sueño, esperando vaya a saber que. La cama ha sumado pliegos y temperatura, lo que en definitiva dificulta aún más mi sueño.

Cinco y veintidós. No se porque estoy desvelado. Me hubiese ido a dormir cuando me agarró esa modorra a las ocho y pico – ahí los minutos no me importaban -, después de tomarme esa cerveza mirando la tele. Pero no. Pensé “¿Cómo me voy a ir a dormir a las ocho de la noche? Ni siquiera mi abuelo se acuesta a esta hora”. Me cociné algo y me fui a la cama a ver tele hasta que se hiciera la hora de dormir. Pero ahora, y veintiséis, estoy con los ojos como el dos de oros, y las tres o cuatro pavadas que vi en la tele no parecieron hacer mella en mi atención.

¡Que ruido que hace el reloj de la cocina, che! Tic toc tic toc. Uno se empieza a dar cuenta de un montón de ruidos de su casa cuando no puede dormir. La mochila del baño. Los autos que pasan por la calle. El ruido de la compu que quedó prendida. ¡Pero la puta que lo parió, viejo! ¿Será posible que no me pueda dormir? Si todos y cada uno de los días en que me levanto a la mañana, cansado y sin ganas de ir a laburar pienso “¡cuando vuelva, a la cama la hago pelota!”. No, me quedo mirando La Mary por vigésima novena vez o veo como la neoprosti de la Cirio se parte la jeta contra el hielo o el mamarracho de Piazza se pelea con el impresentable de Lucho, hasta que se me hacen las doce y media, una, y me doy cuenta que la mañana me va a pasar la factura.

¿¿¡¡Cinco y treinta y uno!!?? Naaaa, me quiero morir. ¡Tengo que ir a la fábrica! Ahora si, una vuelta para acá. Tiro la pata esta para este otro costado, que esta un poco mas frío y pongo el brazo debajo de la almohada. Ahora si. Deja de pensar. No pienses más y dormí. Dormí…¡Dormí, pelotudo! ¡Que te parió!

Tic Toc Tic Toc…¿Quién me manda a poner una reloj en la cocina, no? Ya está. Mañana me levanto a las 8, llamo al laburo y digo que tengo tos convulsa, meningitis del tipo Omega o me “engangrené” la gamba jugando al metegol. Je je je. ¿Quién se va a enterar? Si el jefe esta de viaje y ahí son todos una manga de nabos…

Cinco cuarenta y cuatro ya…Y si, ya fue. Si en quince minutos va a sonar el despertador “guampudo” este para que me despierte. Quince para bañarme. Quince para el mate y media hora en el 33 hasta la fábrica para levantar cajas y rollos de aluminio todo el día. En cualquier momento me parto al medio la columna levantando esas cajas. ¿¿¡¡Cómo no seguí en el liceo, por Dios!!?? Tendría que haberle hecho caso a mi viejo cuando me puteaba por querer largar todo y ponerme a laburar en la ferretería del Turco.

Pero bueno, ya fue. No voy. Y seguro que con eso me relajo y me duermo. Me quito la presión de tener que dormir por el laburo y me duermo. ¿Qué hora es? Las seis menos diez pasadas? Ja ja. Dale nomás, dale nomás que a laburar va tu hermana. Yo me quedo en casa. Me levanto pasado el mediodía. Hago un par de cositas, tranquilo y después me voy al club a tomar un vermouth con los muchachos. ¡Ahí tenes “cinco menos cinco”!. ¡Que te parió¡

Pero, igual, que mal, che. Esto no lo puedo hacer todos los días. ¡Ojo que puedo estar “estresado”, ¿eh?!. A ver si me tengo que ir a hacer chequeos y toda la bola. Y mirá si me encuentran que tengo algo en el “marote” y me tengo que hacer curar. Ojo, eh…

¡Uh, como suena este loco! Lo apago y me duermo. Chau. Listo el pollo. A otra cosa mariposa. ¡Total! ¿Que me pierdo? ¿Los mates con el narigón Heredia a las ocho y media?. ¿La charla de fútbol con el Vasco Montagni y el Zurdo López? ¿Los chistes del pelotudo del Turco, que terminó igual que yo? No, no me pierdo nada. El Narigón va a tomar mate todos los días, y el Vasco y el Zurdo hablan todo el día de fútbol. Y el Turco, nada. El Turco me arruinó la vida convenciéndome de ir esa ferretería. No me pierdo nada. Y encima descanso la espalda que me duele una barbaridad al final del día, después de haber cargado setecientas mil cajas, cajitas y cajones. No me pierdo nada. Encima no esta el Jefe, así que va a estar todo tranquilo y nadie se va a dar cuenta. Se van a tirar todos a chanta. Los muchachos, los de seguridad, la secre del jefe, Martita la recepcionista…Martita la recepcionista...¡Pará!…¿Qué día es hoy? ¿Martes ya, no? ¡No! ¡Hoy Martita se pone sus pantalones blancos! Con lo buena que está. Y encima me pone esas caritas cuando le digo alguna “barbaridá” por ese pantalón blanco y lo que viene atrás...

¿Qué hora es? ¿Seis y diez? ¿Llego a pegarme un baño antes de tomarme el 33?

Cabeza de Tacho

Vas a un kiosco a comprar golosinas y el señor te devuelve el cambio como corresponde. Pedís el diario en otro kiosco y también hay monedas exactas para tu billete de $5. Compras ropa en cualquier negocio y las matemáticas no fallan cerca de la caja registradora. Incluso en un megahipersuperguachisupermercados, verdaderos "moustros" de estos tiempos se hacen chiquitos a la hora de contar divisas para devolverte, con el cartel que dice que "en caso de diferencia mínima se debe redondear en favor del consumidor - Ley 24.240" como testigo.

¿Por qué corno entonces el taxista cabeza de tacho se cree con derecho a quedarse con 10, 20, 30 o hasta 50 centavos de diferencia al terminar el recorrido, todo porque "no llego con el cambio, pá"? ¿Por qué si le pido que me de la diferencia o que redondee en mi favor, como es su obligación, me pone cara de "sos una rata"? ¿Por qué carajo no tiene monedas si ese es su bendito trabajo? Yo tengo que tener matrícula. Tengo que tener facturas. Tengo que pagar impuestos, aportes a la caja de abogados, etc. etc. etc. y el señor se cree con derecho a - además de no poner guiños, de fumar en el auto, de pasar semáforos en rojo y hacer lo que se le canta el “tuges” - no darme la plata que me corresponde.

Señores, las quejas contra los taxistas son largas, y sobre todo, conocidas. Pero esta, me saca de quicio. Desde aquí, el desahogo de aquello que pienso cada vez que me bajo de un auto amarillo y negro.

Bitácora para Liniers

Perdón, no?, quizás seré muy superficial o un insensible, pero ¿alguien me puede decir que carajo le ven a las huevadas que escribe Liniers?

Todo bien con que Calamaro y K. Johannsen le hayan dado la artística de sus nuevos discos y demás...¿pero porque el éxito de este pibe? ¿Por que ese fetiche con un goma que escribe chistes que no son graciosos y dibuja con el codo? Todo bien con él. No digo que lo cuelguen en Plaza de Mayo. Debe ser un pibe super copado incluso y hasta debe tener mil amigos.

Pero solo quiero entender. Que alguien me explique, por favor, ya que quiero dejar de preguntarmelo cada vez que veo la última página del espectáculos de La Nación.

Lujo


SOY FELIZ.


Quiero decirlo...nada más.




lunes, 26 de noviembre de 2007

Pasos vacíos

Camino solo en la calle, otra noche en mi soledad.
Espero poder encontrarte, y juntos, ignorar lo demás.
Pincho una nube dormida, vacío los lagos y el mar.
Ni rastros de tu figura, ¡Que no sea una noche más!
Descuelgo las estrellas del cielo, que el sol me ayude a buscar,
No consigo hallar tu cintura, y en ella por fin descansar.
Florezco las rosas de Octubre, y en su néctar tus ojos cristal.
A la luna le digo tu nombre, que a tus labios me sepa guiar.
La lluvia confunde mi rostro, con lágrimas de aquella soledad.
Tristeza es ahora mi nombre, la espera, mi voluntad.

Fausto Rudel

viernes, 23 de noviembre de 2007

Ella en la noche

Cierro los ojos y estas vos,
tan simple como bella.
Y siento que es solo eso.
Mi vida se queda en ti.

Cierro los ojos e imagino,
Un ángel entre mis sueños.
Mi alma no tuvo dueños,
Pero se entrega a vos.

A oscuras todo se aclara
No juega más la razón.
El tiempo se hace pequeño,
Si estás en mi corazón.


Fausto Rudel.

Una imagen vale más que mil palabras...



Ya he escrito sobre mi vieja en este blog, con lo cual no voy a decir nada nuevo. Pero ayer encontré esta foto. De vestido de la época esta mi treintañera madre y con el conjuntito del patito quien esto escribe, actualmente con una altura de 1,92 mts y 97 kgs.

Pero más allá de mi metamorfosis, no puedo encontrar una imagen mejor para explicar aquello que ya escribí en este mismo espacio.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Enroque

Jerónimo la miró y no supo que responder. Entendió que no había forma para que Gabriela lo perdonara. Ella gritaba, puteaba, maldecía a su familia y el hecho de haberlo conocido. Agitaba una caja de pavadas y chucherías que él le había regalado en su momento. Él intentaba esbozar alguna explicación o respuesta pero los gritos de ella tapaban cualquier tipo de intento. Se sintió aturdido y atónito.

El estruendo de la puerta lo dejó solo en el pasillo, con la gran caja de recuerdos que ella le había estampado en el pecho, y preguntándose como había hecho ella para descubrir aquello que él le había ocultado. Sentía un sudor frío en la espalda. Por la situación vivida, por la crispación de su ex novia, por la vergüenza de haber sido insultado así.

Había conocido a otra mujer, es cierto. Paula. Pero la amaba y no solo se trataba de una aventura del momento o una noche. De hecho, era actualmente su novia, y nadie lo había hecho sentir tan bien en su vida. No quería sentir culpa de lo mejor que le había pasado en la vida.

Mientras tomaba el colectivo, con la caja de recuerdos en la mano, comenzó a pensar como pudo hacer Gabriela para saber de su nuevo amor. Después de todo, había planeado las cosas como para que su ex novia no se entere jamás que él amaba a otra persona.

Jerónimo había considerado en su momento que lo mejor era dilatar la ruptura de la relación hasta el día siguiente a la fiesta de la empresa donde trabajaban en ese momento. Él ya había conseguido trabajo en otro lugar, y ese alejamiento era la oportunidad ideal para evitar escenas en el trabajo, sufrimiento innecesario y, sobre todo, que Gabriela se entere de su nuevo amor. En definitiva, Jerónimo no quería que Gabriela sufriera. A pesar de no haber funcionado jamás aquella relación, ella siempre había sido buena con él, y en definitiva, tampoco ella tenía la culpa que él se haya enamorado de otra persona. Y él no quería que ella tenga que soportar esa carga.

Pero no resultó. Evidentemente. Ella lo había descubierto y lo había insultado como pocas veces alguien en su vida. Lo que le molestaba era no haber podido explicarle la verdad. No quería que ella se quede con la imagen que él la había traicionado. Por ella y por él también. Después de todo, no por nada había retrasado el inicio de su otra relación. No había querido serle infiel a Gabriela, aunque sea en lo físico, más allá que Jerónimo tenía conciencia del amor que sentía por Paula. Ni siquiera había querido besarla. Menos tocarla o hacerle el amor en la forma que él quería. No hasta hablar con Gabriela.

Dejó la caja apoyada en el piso del colectivo para poder marcar el celular. Llamó a un par de amigos, conocidos, familiares. Quería saber como se había enterado Gabriela. Llamó incluso al novio de una prima de ella, quien la había visto a Jerónimo pasear con Paula por Florida, tomados de la mano. Pero no. No había sido ella. No había tenido forma de avisarle, ya que desde aquellos días la prima de su ex novia estaba trabajando en Brasil. Nadie sabía nada. Tuvo que explicar en pocas palabras lo sucedido a cada uno de los que llamó, lo cual lo hizo sentirse revivir un poco la humillación. Se sintió que debía justificarse ante el resto y eso le molestó.

Llamó a Facundo, compañero de box de su anterior trabajo. Le pidió que se registre en su cuenta del servidor de la empresa. Después de todo, tardaban meses en dar de baja a los empleados que se alejaban. Le dictó la contraseña y ahí lo supo. “No entra, Jero. La cuenta sigue activada pero te cambiaron la clave, gordo”. “Ahí estaban los mails de Paula”, pensó. Ninguno decía nada explícito pero, sobre los últimos días de Jerónimo en esa empresa, los correos hablaban del encuentro de la pareja cuando Jerónimo arregle sus asuntos.

Primero, sintió pena por Gabriela. Mucha pena. Haberse enterado así. Incluso hasta pensó volver a llamarla para explicarle bien las cosas y que no se quede con eso. Pero después comprendió que ella había violado su correo. Sintió bronca, ira y sobre todo lástima. Mucha lástima. Había traspasado los límites de su privacidad. Quizás cegada por la tristeza o el despecho. Pero cegada al fin.

Cesó el sudor frío en su espalda. Si en definitiva ella se hubiese quedado con la explicación que él le había dado para cortar (“somos distintos, no nos veo futuro”, etc.), todos hubiesen vivido felices. En definitiva, ¿a quien no le fracasa una relación? Ahora, por su indiscreción, Gabriela debía seguir viviendo con la errónea idea que su ex novio le había sido infiel. No era la verdad, pero tampoco él sintió ganas de corregirla. Menos iba a sentirse culpable por enamorarse por primera vez de una mujer.

Bajó del colectivo, llegó a la puerta de su casa y sacó las llaves. Ahí se dio cuenta que no tenía la caja de recuerdos en la mano.

martes, 20 de noviembre de 2007

Temón...

Hoy a la mañana estaba caminando por la calle, yendo al trabajo, y puse en el Ipod “Whole lotta love” de Zeppelín. Caminaba con mi portafolios negro colgado al hombro, mi traje color café con leche, zapatos marrones y corbata colorada con pintitas amarillas. La camisa era de color celeste con cuello italiano. Los anteojos de sol redondeaban un cuadro, pienso, bastante formal…algo cancherón, onda “yuppie”.

Pero en mis oídos gritaba Chris Robinson (era la versión de los Black Crowes con Jimmy Page, legendario guitarrista de Zeppelín), y por dentro sentía que tenía ganas de tirar el maletín al oscuro río de Puerto Madero y empezar a aullar como desaforado. Ese riff rockanrolero como pocos, con esa voz aguda que parece partir una piedra en mil pedazos, se apoderaban de mis labios y me hacía repetir “Keep a-coolin, baby – Keep a-coolin - baby”, mostrando en mis ojos algo de esa furia.

En el puente de Estados Unidos, crucé con un par de estudiantes de la UCA ("lo se por su facha", diría alguna canción melosa). Eran dos. Medianos ambos. Venían conversando uno al lado del otro. El que caminaba sobre el lado de la calle, me dejó solo espacio para que pase por su lado pero debiendo ponerme de costado...Casi le arranco el hombro. La guitarra de Page me pedía que siga caminando firme, inmutable, petreo. Seguí haciéndolo, ya con cara de trastornado, escuchando que a mis espaldas decían “¡Pelotudo de mierda!”.

Hay temas como este o como “Welcome to the Jungle” de los Guns & Roses, que te transforman. Vas caminando por la calle y empezas a sentir que estas en un video clip y en cualquier momento sacas una pistola y empezas a “quemar” gente. O estas en tu casa y tenes ganas de bajar y cagarlo a trompadas al portero, solo por que la música te lo pide.

Chris Robinson terminó de aullar y entré a la empresa. “Buenos días, Doctor” me dicen en el ascensor. “Buenos Días” contesté, algo parco. Entré a una reunión y me puse a hablar de unos cambios en un contrato. Estaba mas tranquilo…aunque el riff de Page siguió martillando mi cabeza.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Sábado a la noche

Estamos en lo del Ruso. Todos en cuero. Vamos por el primer "champu". Quedan dos más. Murieron dos cervezas y un vino (“Caballero de la Cepa” de Flichmann, muy bueno). Es la una menos cuarto y hace tres horas que la estamos pasamos bien. El Ruso cocinó unas pizzas que apenas se podían comer. En realidad, se podían comer, pero estaban muy picantes. Como la mierda. Igual comí cuatro porciones. Como para tirar a la mierda los cuarenta y cinco minutos de trote, 180 abdominales y 45 flexiones de brazos que hice a la tarde.

En un rato vamos a ir a algún lado, porque a algún lado hay que ir. El Ruso se peleó con la novia y mi Petisa no está. Hay que aprovechar nuestra fugaz soltería para ir a hacer eso que hacíamos a los 20. Emborracharnos y papelonear por ahí.

Diega puso música, después se cansó. Ahora estoy yo. Trato de hacerlo lo mejor posible pero sé que jamás podré hacerlo como él. Tiene talento, el muy culeado. Te pone el tema que vos no esperabas pero que después sabes que es lo mejor que podes escuchar en ese momento. Arranqué con Jimmy Hendrix en “Voodoo Child”. Muy bueno. Ahora la rockea ACDC con “Back in Black”. Voy bien me parece.

Hablamos de todo. De mi relación con la petisa. Diego y sus cosas. El Ruso y su pelea. Estuvo bueno. Lo sigue estando. Hablamos con "Jerald" para que nos deje entrar gratis en algún lado, pero estaba en su casa de Pilar, preparando su último final...de abogacía. Ni sabía que estudiaba esa yegua. Igualmente está laburando con un diputado...que es lo mismo que no haber estudiado nada y haber entrado igual.

"Smoke on the water" de Purple, gran tema. Diego lo canta, pero igualmente me parece que el escocés pudo haber puesto algo mejor. No se. Inseguridades.

Mañana tenemos un asado. En lo de Ceci. En zona Oeste. Pileta y demás. Invité al Luppa para que venga, aunque no la conozca a Ceci. Igual, Ceci es tan buena que si le caigo con "Las Boquitas" un sábado a la noche más quince amigos, no te dice nada.

"Fijate el pronóstico para mañana" me dice Diega, que también viene al asado. “¿Para qué? No tienen radares para los aviones, van a tener para el pronóstico”, contesto yo, aunque es porque me da muchísima paja entrar a verlo en weather.com.

Empieza a sonar un tema de Nickelback. Pensé que era el punto flojo o riesgoso de todo el listado propuesto en el Winamp, pero Diego tiro "¡¡Buena, viejo, una voz moderna!!" y me puso muy contento. El Ruso lava los platos. Es el momento solitario en que cada uno boludea con lo que tiene ganas.

Están por abrir el segundo “champan”. Íbamos a pedir helado de limón pero quedó en la nada. De cualquier forma, tenemos Speed que acompaña al espumante y nos permite levantarnos mañana un poco más temprano. Y además, clavamos Falgos.

"¡¡Que ganas de garchar!!!", gritó el Ruso y se entiende. Hace dos meses que esta soltero, y muy tranquilo. No va a tener problemas de hacerlo en cuanto se lo proponga. Facha le sobra y, sin dudas, es el flaco con más levante que conozco. "All along the Watchover" de Hendrix empezó a sonar y fue mi primer error como DJ. Le bajó un cambio a la noche, aunque Diego me lo haya querido remar con un "es un sonido muy actual". Me pareció al tipo de comentario que te dan cuando preguntas "¿y que tal esta la mina?" y te dicen "es re simpática".

Por eso, empiezo a evaluar algunos cambios drásticos. De movida, como la lista rockanrolera de la compu del Ruso se acaba, metí un par de temas electro-rockers, para poder pasar luego a la sección electrónica de la noche. Espero que funcione. Si sigo escribiendo cuando eso llegue, calculo que se enteraran.

Ahora esta sonando "Mr. Jones" de Counting Crows, banda que me gusta muchísimo. No se, levanta un poco pero no del todo, igual. Tengo ganas de pasar al siguiente tema, aunque en unos segundos termina solo.

"King of New York" de Fun Loving Criminals. Buena elección. Te dan ganas de emitir sonidos anormales al compás de la música o bailar medio raro. Como sabe hacerlo Dieguito. Me encantaría contar algo que pasó con él esta noche, pero no puedo...secreto profesional...o de amigo. Pero me puso re contento. Tuve ganas de ir a meterle un abrazo y decirle que lo quiero mucho. No sé. Lo hago pero no se lo puedo terminar de decir del todo. Igual, él y yo sabemos que lee siempre mi blog. Calculo que con esto me estoy sacando las ganas. Diego, pajero, te quiero mucho.

Se acabó mi copa de Champagne. Esperaré un minuto, o hasta que me den ganas de tomar de nuevo, y sino vienen a servirme, me levantaré y me serviré yo solo.

Este texto ya excede en mucho lo que generalmente escribo en el blog, pero bueno, me chupa un huevo, tengo ganas de escribir y me parece que va a quedar algo bueno, por más que después nadie lo lea. Estoy algo “picado” y es más fácil expresarse, aunque de por si no me cueste demasiado hacerlo.

"Take me out" de Franz Ferdinand, levanta por mucho la reunión, incluso como para que el Ruso me festeje el tema. Diega levantó el volumen, se puso una gorra roja y empezó a bailar. Eso...¡que manera de haber gorras en lo del Ruso! Tiene como mil. Yo tengo una puesta, Diego otra y en su cuarto están las otras nueve mil novecientos noventa y ocho. De todos los colores y estilos. Cada vez que venís, tiene una nueva. Hoy llegué, y tenía dos: una escocés, horrible y otra Che Guevara fashion cuadriculado, horrible también. Igual, ya lo sabemos, el Ruso levanta igual aunque se ponga una caja de cartón tapándose las bolas.

"Sunday Morning" de No Doubt...un tema que no conoce mucha gente pero que me encanta. Levanta. Levanta. Me parece que levanta, aunque los chicos estén sacando fotos y pelotudeando con otra cosa.

Bueno, no sé, Diega me dice que deje de escribir. Que se aburrió. Me sugiere un final para este texto pero le digo que no. "¿Abro el Montchenot o el Mumm?", me pregunta. "El Montchenot, obvio", le digo. Abre el corcho al lado de mi oreja y me dice que esta helado, como para que largue el teclado y me vaya con ellos. Y así lo voy a hacer.

Este texto no lo va a leer NADIE. Es muy largo y lo entiendo. Yo no lo haría. Pero bueno...yo solo quería escribir y decir lo bien que lo estaba pasando con mi mejor amigo y mi hermano menor un sábado a la noche....Y ahí arranca Fat Boy Slim con "Smells Like Teen Spirit".

martes, 13 de noviembre de 2007

Días grises

Llueve y el cielo está cerrado.
Días como estos no parecen tan felices.
El mate y una música lenta,
prescriben la tristeza.
Puede ser que los martes,
sufran los lunes y su firmeza.
Faltan días para que vengas,
y el tiempo nunca fue un amigo.
El silencio y la impaciencia,
resaltan esa espera, vacía, gris y eterna.
El cielo y sus contornos, resaltan este ahogo.
Las nubes y sus lágrimas frías,
en este vacua prórroga de Noviembre.

Fausto Rudel.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Nuestro Maverick

Otra anécdota que tengo de aquella época, esta relacionada con un vecino de mi familia. Por aquellos años, vivíamos en el “Barrio Marina": un barrio de casas iguales destinada a los oficiales de la Marina Argentina. Durante la década del ochenta, mi viejo llegó hasta Capitán de Fragata, a pesar de ser ingeniero aeronáutico. Todo un contrasentido en las palabras, pero no en los hechos. Él estaba a cargo del Arsenal 4, lugar donde hacían el mantenimiento de aviones.

El barrio, como dije, era habitado por familias de militares. Sub-Oficiales u Oficiales como mi viejo, pilotos, etc. Alberto Arrobero se llamaba nuestro vecino, ocupando la casa izquierda, sobre la vieja y querida calle Ecuador. Promediaba la década del ochenta, con el reciente estreno de “Top Gun” en las salas argentinas. En aquellos tiempos, no existía la vorágine cinematográfica que existe hoy en día. No eran tantos los estrenos y los éxitos eran mundiales: el Padrino, Rocky, Rambo, y entre ellas, Top Gun.

La influencia de esta última en el ámbito militar era notoria. Los chicos jugábamos a pilotear F18s o Migs, emulando a Iceman, Wolf y otros. Incluso, en aquella película está la explicación por la cual mi hermano, un autentico y total rebelde carente de respeto por la autoridad, decida alistarse a los 18 en un cuerpo disciplinario como las Fuerzas Armadas; así le fue – por suerte para él -.

Nuestro vecino Arrobero era una suerte de Maverick con mezcla de Mario Sánchez, el querido y recientemente desaparecido cómico argentino. Morocho, algo morrudo, petizón, con pelo oscuro peinado con gomina para atrás. Actitud de duro, como si sus genitales fueran de amianto y hormigón. Jamás saludaba a lo chicos del barrio y con los más grandes, como mis viejos por ejemplo, tenía una actitud de “estuve a punto de ganar Malvinas, si no fuera por el cagón de Galtieri”. Obviamente, que su talante lo cerraba con una gafas “Ray Ban” y una campera de cuero marrón con piel en el cuello, atiborrada de imágenes militares del tipo “Arsenal 4”, “Armada Argentina”, “Las Mojarras del Cielo Raso” o “Amantes del Destornillador” con águilas mostrando los “dientes” y banderas argentinas flameando. Un estúpido, realmente.

Lamentablemente para nuestro vecino, le faltaba para completar la escena cinematográfica una pareja de la talla de la rubia que acompaña a Cruise en Top Gun. No recuerdo el nombre de ésta blonda, pero la mujer de Arrobero se llamaba Blanca. Morocha. Ochenta y cinco quilos de carácter fuerte. Era una de esas típicas mujeres de suboficiales de la Marina. Eran algo por él, nada más allá de eso. Gordas o morochonas que habían llegado a fiestas de uniformes blancos por haberse levantado a uno de estas “mojarras del cielo”.

Arrobero tenía un Renault 11. Cuando llegaba a su casa, descendía del automóvil, sin retirarse los lentes, y abría el portón. Nosotros, curiosos, aprovechábamos para “pispearle” el casco de aviador que lo tenía guardado por ahí. Como teníamos el aro de básquet colgado en la pared de al lado, con mi hermano podíamos disimular nuestra indiscreción. Sin embargo, nuestro Maverick vernáculo, siempre nos destinaba algún gruñido, reto o mirada desafiante.

Una noche estábamos en casa con mi familia. No recuerdo bien que estábamos haciendo, pero ya habíamos cenado. Supongo que habremos estado mirando televisión o algo así. En el silencio del programa que estábamos mirando, se escuchó nítida la voz dura y terminante de Blanca. “Arrobero, ¡¡mete el auto!!”. Al seudo ídolo aéreo se le derrumbó, al menos para nosotros, la imagen de duro. La mujer lo mandoneaba como al mejor pelele del barrio. “Papá”, dijo mi hermano, “¡¡ahí lo tenés al pelotudo!!”, remarcando las consonantes.

Calculo que fue ese día que dejamos de prestar atención a su brillante casco de piloto guardado coquetamente en el garaje, cada vez que nuestro Maverick metía el auto.


viernes, 9 de noviembre de 2007

¿Besito?

Banco a muerte a la Nación, y esta bien que se comente por lo bajo de ciertos excesos amatorios de nuestra futura Presidente, pero esta foto ya me parece de demasiado tendenciosa.

Viaje

¿Me acompañas a vivirlo todo?
Quizás, hasta me puedas ayudar.
A descubrir en cada paso cual es la realidad.
Podes incluso hasta traer contigo un sueño o dos,
Así sentir que es también tu viaje, en el que estoy yo.
Pero yo te traigo conmigo para ver cual es la realidad.
Espero que te diviertas, y lo puedas disfrutar.
Y que al fin de la vuelta, me pidas otra más.
¿Sabes bien lo que quiero hacer?
No es muy complicado, solo ver la realidad.
Quiero que me acompañes. Te voy a necesitar.

Fausto Rudel

jueves, 8 de noviembre de 2007

El Abrazo Final

Máximo es alto y delgado. Ronda los treinta años de vida. Es de tez blanca, aunque su rostro tiene en ocasiones pigmentaciones rosáceas. Por su juventud, suele anteponer sus bríos a la frialdad de su pensamiento. Es una persona de carácter duro pero bondadozo. Vive con culpa sus arranques de ira, motivo por el cual no mucha gente se acerca a él.

Lola tiene su misma edad. En su caso, su rostro es permanentemente colorado, a pesar que sus cabellos ensortijados son de colores castaños. Ella es retraída y no siempre esta de buen humor. En ocasiones, no tiene la más mínima intención de saber de Máximo, y hasta se crispa por los ánimos de éste. Sin embargo, lo ama como para asegurar que quiere vivir su vida con él.

Llueve en Buenos Aires. Máximo lo supo porque pudo escuchar el ruido de las gotas al caer sobre el aire acondicionado del living. “Es lo único que faltaba”, pensó sonriente mientras intentaba limpiar del piso una gota de cera que había caído de la vela encendida para la ocasión.

No parecía ser una de esas noches en las cuales tenían que pelear, por lo menos es lo que presagiaba la bebida espumosa que esperaba en el congelador. Tampoco las fresas sentían haber sido lavadas en vano.

El timbre contento y la respiración de Máximo se agitó como aquella primera vez en la estación de trenes, en la cual él se animó a darle el primer beso. Salió al pasillo y llamó al ascensor. Cuatro, cinco, seis segundos. "Tarda demasiado" pensó, por lo que resolvió impaciente bajar los cuatro pisos corriendo y salteando escalones de la amarilla escalera. Cuando estuvo pronto a la planta baja se dió cuenta que, entre la agitación por la llegada de ella y los cuatro pisos "saltados", su presentación no sería de la mejor. Calculó que ella igualmente lo entendería. Después de todo, ya eran más de cuatro años de novios.

Este pensamiento dejó de tener importancia en el mismo segundo en que la vió. Sabía - y aún lo hace - que es hermosa, pero todavía le asombraba como Lola podía arreglarse para sorprenderlo cuando quisiese. Su pelo ensortijado tenía una suavidad y un brillo que no había reconocido jamás. El vestido de razo - adivinó al pensar, ya que se reconocía ignorante en materia de telas - le daba una soltura a su figura que, sin embargo, le hacía pensar en la firmeza de sus piernas. El vestido era de un color pastel, parecido al color crema, estampado de pequeñas flores rosas que hacían juego con el tenue maquillaje elegido para la ocasión.

Como siempre, igualmente, los ojos de Lola se llevaban los mejores halagos.

Ella estaba contenta, se le veía vivaz. Le contó camino al ascensor que sus cosas en la facultad marchaban bien, mientras él parecía prestar más atención a sus contornos físicos que a las buenas noticias que Lola le auguraba.

Entrados en el departamento, él trató de reprimir sus instintos intentando seguir las conversaciones que ella proponía entre fresa y fresa. Pero su ansiedad lo denunciaba a cada mirada. Ella sabe, en definitiva, que hace diez días que no se ven, y eso es mucho tiempo para un hombre en estos días. De cualquier manera, Lola se divirtió un rato retirándole los labios cada vez que él pretendía encender febrilmente aquellos besos. Pensó, quizás, que de esa forma agitaba un poco más las cosas. No había que desaprovechar, después de todo, el marco de velas y tormenta.

La comodidad del gran sillón del living solo les duró un momento. Lola no era alguien muy aventurada a la hora de amar, al contrario de él, quien aún al día de hoy propone proezas sexuales. “Mejor la cama” musito ella entre dientes mientras él insistía en desprenderle el botón de la cremallera.

Insistiendo las gotas sobre la ventana y el aire acondicionado, ella optó por apagar "de pasada" el equipo de música. Al parecer, Arjona no era la mejor opción.

Los pliegos de la cama acompañaron los cuerpos sudorosos y jadeantes de los amantes. El sexo siempre es mejor si se hace con amor, y en ellos eso nunca ha faltado. Esa noche, como otras veces, se tomaron su tiempo y procuraron que la pasión no se consumara en poco tiempo. Otras veces, no era tan intenso. Otras tantas, hasta es un tanto regular. Pero esa noche no. Esa noche pudieron disfrutar cada minuto, de los tantos que fueron. Conectaron y siempre son aún más felices cuando lo hacen.

Resoplaron y se recostaron junto al otro sobre el colchon un tanto húmedo. Procuraron mirarse a los ojos y decirse algo. Sin embargo, sus sonrisas fueron la mejor explicación. No hubo mas que hacer que abrazarse por un rato, esperando que la respiración bajara su ritmo acelarado.

En esos momento, él penso que, pese a la buena comunión sexual vivida, ese abrazo final era lo mejor en cada uno de sus encuentros. Ella siempre lo supo.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Perdón Ana

Es la una treinta de un domingo de sol. Estoy en casa y tengo que estudiar para el postgrado. Rindo el jueves. De fondo juega Nalbandian la final del Master de Paris.

Pensando acerca del almuerzo, se me ocurrió hacer pollo a la parrigas. Éste se trata de un adminículo culinario, consistente en una especie de olla, que permite el ingreso de la llama directa por dentro formando una suerte de vacío. En ella, las cocciones resultan secas y crocantes. Fue un regalo de mi abuela Ana, la mejor cocinera que yo he conocido.

Ana es la madre de mi mamá. Hace un poco más de dos años que nos dejó. Una persona bondadosa y sacrificada. Es inevitable para mí recordarla en ciertos momentos, aunque sea mínimos como un pollo a la parrigas o un café con leche de filtro.

Cuando recuerdo a Ana siempre me quedo con un sabor agridulce en la garganta. Tengo hermosos recuerdos de jugar a sus pies con autitos de plástico, mientras ella cocinaba o acompañarla al gallinero a recoger huevos para el mediodía o hasta el fondo del patio para que cuelgue la ropa. Ella me daba una bolsa de agua caliente para que introduzca en la cama fría del campo. También jugaba a ocultarse la boca sin sus dientes postizos. Extraño mucho a mi abuela.

Pero también siento la impotencia de haber perdido ese avión para el 9 de Julio, quince días antes de su muerte, que me impidió verla por última vez. Todavía me reprocho aquel sueño pesado y sufro como puñales cuando se me hacen chistes sobre ese olvido. Nadie repara, quizás, en la culpa que me recuerda aquel hecho. Desearía tanto pedirle perdón.

De igual manera, aunque no en forma de reproche personal, siento con pesar el congestionamiento de transporte aéreo y terrestre que no me permitió viajar para aquel fin de Julio del 2005, y darle a Anita un último adiós. Cada tanto descargo con lágrimas estos dolores, al visitar su lápida en el coqueto cementerio de Trelew o al ver una crujiente parrigas. Ojalá pudiera decirle adiós.

Ana se va a llamar mi primera hija, como se lo prometí en vida. Espero que con esto mi abuela sienta mi amor por ella, que la extraño, mis disculpas y despedida. También poder yo perdonarme las heridas.

viernes, 2 de noviembre de 2007

El mundo Nalbandian

El Gordo va y bien, de un lado al otro. Llega y le pega con fuerza. Pero más que eso le pega con dirección y, sobre todo, autoridad. La cara del número uno muestra su desazón e incredulidad. "Será posible otra vez?". Igual que hace un par de días atrás.

En el verano el Gordo estuvo de fiesta. Corriendo autos de rally. Comiendo de más. Él es así. Juega cuando tiene ganas y nadie lo espera.

Me da pena que maneje así su carrera, pudiendo reinar el mundo del encordado. Pero después pienso que es su vida y no la nuestra.

Y él es feliz así...y está bien que así lo sea.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Aquellas sonrisas

Oscar era liciado. Andaba en silla de ruedas, producto de un accidente de tránsito. Yo era chico y de tanto en tanto me dejaba ver la herida que tenía en la base de su columna. Fumaba todo el día y era el dueño de los “jueguitos electrónicos” del barrio.

Recuerdo que Oscar juntaba las etiquetas de los cigarrillos para poder adquirir un nuevo modelo de silla. Claro que, a pesar de mis escasos años, ya me daba cuenta del contrasentido: para cuando juntase la sideral cantidad requerida, probablemente iba a tener que lidiar con un cáncer de pulmón mayúsculo.

Oscar tenía una hija. Creo que tenía doce o trece años. Hoy en día, diría que era muy chica para la anécdota que cuento, pero en aquella época era toda una mujer para mis cinco años. No recuerdo bien como se llamaba, pero si que era rubia y bastante gorda. A pesar de eso, lograba ingresar en unos blue jean bastante ajustados, que no dejaban mucho a la imaginación.

Dani tenía trece años. Era de la barrita del barrio. Éramos varios. Mas de veinte. De diversas edades: Además del Dani, estaba mi hermano, seudo Dios de la patineta y mío, de 12 años. Estaban también el Crico, Diego, Eliceche, Cristian y otros. Cerrábamos el círculo el Bebú y yo.

Un día empezamos a ver al Dani y a la rubia (creo que se llamaba Silvia), haciendo arrumacos por ahí. Por cierto, a mi edad, aquello no llamaba la atención, aunque si a los mas grandecitos de la barra. Con el correr de los días, los arrumacos comenzaron a transformarse en verdaderos aprietes. No consideré en aquellos tiempos que las hormonas podían estar haciendo efectos en aquellos jóvenes, aunque si pude notar desde mis infantiles ojos que la manija de los escarceos era llevada por la fogoza señorita.

En ocasiones, parecía que - a esta altura - el “pobre” Dani era fagocitado por la marea rubia. Verdaderas ráfagas amatorias en la puerta de los Jueguitos de Oscar, a plena luz del día, que dejaban al precoz del grupo totalmente desorientado y colorado por los labios siempre pintados de Silvia.

La escena podía verse con facilidad y en reiteradas ocasiones, ya que los tórtolos no hacían mucho para ocultarlo y, sobre todo, no hacían muchas otras cosas. Consecuencia de ello fue, como podía de esperarse, la reacción envidiosa de sus amigos de la barra: uno menos para el fútbol, uno menos para la escondida, no daban los números para el metegol y, más que nada, el hecho de avanzar más de un casillero en el “juego de la vida”.

Recuerdo, y he aquí la historia, una noche en mi casa que cenábamos tranquilamente. No retengo la ocasión pero se trataba de un festejo: había Coca en la mesa. No obstante ello, mi hermano no pasaba por uno de sus mejores momentos: su amigo persistía en ser “violado” por la hija de Oscar. Es por ello que comentaba, mediante improperios, los errores de su compinche por caer en las “garras” de aquella blonda ninfómana.

Puedo acordarme las risas por lo bajo de mis viejos. Incluso en la retina conservo la imagen de mi vieja con su vestido a rayas verde, cucharón en mano y sonrisa de lado. Ella fue la que intentó hacer una explicación a mi colérico hermano sobre la situación, disimulando el nacer de la pasión, la explosión de la juventud y el nacimiento de la lujuria. Pero fue mi viejo quien dijo lo que aún hoy recuerdo ante cada situación similar: “Y…las gordas aman”.

En aquel momento no pude entender estas palabras. Hoy, imito aquellas sonrisas.

viernes, 19 de octubre de 2007

La mente del Diez

“Minuto 55. Vamos arriba por uno. Y encima se los hice con la mano. Este “Yilton” es un paquete. Bocina, salió del área, corriendo y gritándole al árbitro que había sido mano. ¡Les robé la billetera! Y se lo pude dedicar al viejo, que esta ahí en la platea.
¡Que calor que hace, la puta madre! Havelange botón, le toma la leche al gato, hacernos jugar al mediodía con cuarenta grados. Todo por la televisión. Algún día no se va a poder jugar más por la televisión. No puedo más. Pero tengo que aguantar un poco más. Por los pibes, por la Clau. Por las Malvinas. Me fui de boca y hablé de las islas. Siempre me pasa lo mismo. Me pinchan con alguna pregunta y me sale Fiorito. Me sale el barrio.
En fin, voy a ver si bajo a buscar la pelota y la puedo sacar de abajo. ¡Igual, con el Narigón, no nos meten un gol nunca mas! ¡Estamos todos atrás!. Como me rompe las pelotas Bilardo con eso. Hincha pelotas, hace cuatro días que no duermo bien. Me entra a la habitación a preguntarme donde mierda me tengo que parar en el corner o cuanto mide el arco o como se llama la mujer del árbitro. ¡Qué carajo se yo! ¡Dejame de jode´!. ¡Dejame dormi´!.
Ahí la agarró el loco Enrique. No sabe que hacer con el “fulbo”. “¡Loco, toca!”. Ahí va. Este inglés no me saca el dedo del orto. ¡Lo tengo colgado de la espalda! Y ahí viene otro. ¿A ver? ¡Una calesita! Ahí van. Pasen nomás.
¡A la mierda! ¡Como se pone la gente! ¡Ahora si! Salimos de contra…¿Dónde esta el Burru? Ah, ahí. ¿Y Valdano? Que no se haga el lírico ahora que hay que vacunarlos a estos putos.
¡Uy! Ahí se viene Butcher. Embaladísimo. ¿La toco? No, tengo la bocha sobre la izquierda, la toco para adentro. Ahí va. Paso de largo el botón este. Seguime, seguime por el medio Burru, que te la toco a vos y te vas solo.
Ahí esta la línea de fondo. El muerto de “Fenui”. Este es un muerto. Se le escapa la tortuga. Y se fue de boca en la semana encima. Forro. Me tira una patada. Seguro. ¡Me tiene que parar! Sino ya lo enfrento a “Yilton” y es un jugadón. ¡Epa! ¡Se quedó en el medio! ¡Lo paso por afuera! Muerto este “Fenui”.
¡Valdano por el segundo solo! Ni en pedo se la toco. Ahora no. Me queda el cabeza de termo de “Yilton” nada mas. ¡Igualito que en Wembley el año pasado! ¿Qué me dijo el Hugo cuando volví? Ah, “Pelu, en vez de definir, amagale al segundo palo y segui”. ¡Que enano de mierda! Mira como sabía que se me iba a dar otra vez. ¿A ver? ¡Salió! ¡Pasó de largo! ¡Qué golazo! ¿Quién viene atrás? Uy, el muerto este. ¡Pero ya lo había dejado atrás! ¡Me parte! No, se la punteo primero. ¡¡¡¡¡Goooooooooooooooll!!!!!!!”.



Diego Armando Maradona quizás pensó esto en aquellos diez famosos segundos de talento y divinidad. Quizás no. Seguramente a alguien me dirá que no pudo haber pensado todo esto en un poco más de diez segundos. Bueno, puede ser…pero tampoco pudo haber hecho un gol así.

jueves, 18 de octubre de 2007

El Jogo Bonito (o del Llamado a la Solidaridad)

Va Robinho por la punta. Hace la bicicleta. Una, dos, tres, cuatro veces. El marcador no entiende nada. El delantero del Real Madrid va hasta la línea. Cuando llega hasta el fondo amaga una rabona. El defensor entra como un caballo, pero así y todo tira un patadón como para reventar la pelota o al moreno delantero. Sin embargo, Robinho la pisa en una baldosa y sale rumbo al arco. Luego viene el centro, el rebote y el remate de Elano para marcar la cuarta conquista carioca.

Este era el mismo Robinho que en el primer tiempo casi ni había tocado la pelota. El que desapareció en el Boca – Santos del 2003, y que ahora, con el tanteador ampliamente en su favor, se dedicaba a mofar al pobre defensor rival. Y ahí me indigné.

Realmente estoy cansado de los brasileros. Sinceramente. Y esto va más allá de la rivalidad con Argentina. Me han artado, y es un pensamiento que viene de la observación general del fútbol, tanto a nivel clubes como a nivel selecciones.

La primera explicación se encuentra en la jugada antes comentada. Al brasilero le gusta sobrar. Conociéndose muy superior técnicamente, se dedica a ridiculizar a sus oponentes a través de gambetas, regates, lujos y detalles. Y no lo hace con un sentido utilitarista de llegar a la meta. Debemos entendernos: si tiras un caño en el área para poder pasar y definir frente al arquero, está bien. Ahora, si sabiendo que podes pasar al rudimentario defensor, le tiras mil bicicletas, lo esperas, le amagas una rabona y demás, cuando lo pusiste haber pasado con la primer bicicleta, ya es boludeo. Adviértase que en el mismo festejo, Robinho sale corriendo como en enajenado, mostrándose como un mico, ante la bufonería realizada al ecuatoriano.

Y esto, mis amigos, Brasil no lo hace cuando va 0-0 o con el marcador en desventaja. No, lo hace cuando gana por varios goles. Eso habla de la cobardía del jugador de la hermana confederación.

Y el segundo elemento a considerar es que, ante cualquier conducta similar a las anteriores que ellos deban afrontar, responden con la violencia desmedida. No se la “bancan”, en síntesis. Si ven que alguno se las muestra, recurren a la fuerza desleal, llegando en muchas ocasiones a golpes de puños. En resumidas cuentas, habrían sobrados elementos para catalogara a los brasileros como unos cobardes de mala leche.

En razón de ello, hago los siguientes llamados a la solidaridad: (i) A los riquelmes, messis, fernández, recobas, cabañas y demás habilidosos del fútbol latinoamericano, cuando jueguen contra Brasil, tiren caños, rabonas, lujos, muestren la pelota, sobren al rival, y (ii) a los heinzes, burdissos, militos, cordobas, que incrusten vuestros tapones en el paladar de Robinho, Ronaldinho, Kaka, y todos los morenos brasileros que buscan la humillación del rival con el objeto de subirse al podio de los grandes, vana tarea si consideramos que dicho olimpo se hace con honores y no con cobardes y cagones.

El vestuario

- Te digo algo Rene. Me gustan las minas con culo grande. No se porque. Hay algo en esos panqueques que me atraen, dijo el Julio, guarango como es.
- "¡¡Pero no seas ordinario, querido!!" reprimió Ernesto, exagerando su indignación un poco más de lo necesario.
- No te me hagas el fifi, que bien que le miras las torta a la hermana del turco, cada vez que le trae lo del kiosko, vociferó casi Rene, lo que hizo los muchachos del vestuario que se estaban cambiando al lado de ellos, tiraran un risita de costado.
- “Pero no seas infeliz, Rene, que a Miriam la conozco desde que tenía siete años”, reclamó Ernesto.
- Si pero en esa época vos tenías como nueve años, y no le mirabas la pastelera como ahora, embatió nuevamente a carcajadas.
- "Y no, enfermo, no" dijo Ernesto como terminando el tema.
- "Che, que paliza nos comimos acá con los muchachos", se metió Ramiro que intentaba sacarse los botines puma que se había comprado para la ocasión, mientras señalaba con la pera a los rivales de turno.
- "Y que queres? si el gordo no se puede mover en la cancha, y el Tijera no la clava ni mamado", sentenció Rene como resignado.
- "Bueno, muchachos, los años no vienen solos" dijo Ernesto tratando de justificarse un poco, sabiendo que entrado el segundo tiempo no había levantado los pies.
- "No viejo, esto es diferente. La edad no tiene nada que ver. Lo que pasa, mi viejito, es que algunos tienen un frigorífico noruego en el pecho, querido!!!", tiró ampuloso Rene. "Si vamos perdiendo por dos, hay que pensar en remontar y no quedarse en el área aguantando el resultado".
- "Pero negro cabeza de tacho, que decís?, si vos jugas en el fondo conmigo. Y que yo sepa en el área somos vos y yo, además de Ramirito que nos da una mano en el arco".
- "Bueno, ahí tenes, ahí tenes. Yo no quería decir nada, pero al grandote de ellos me lo tuve que aguantar yo. Y así y todo al ataque iba. Bien que me mandaba al ataque, o no Ramiro?", buscó complicidad Rene.
- "Si, pero el grandote nos hizo seis de los cinco goles, Negro. Cinco nos hizo. Que quiere decir eso? que marcaste como el culo, querido. Que marcaste como el culo, Papá", dijo Ernesto sabiendo que se venía el griterío.
- "Pero vos quien te crees que sos, viejo pelotudo!. Encima de viejo, sos un jeropa que no reconoces que te gusta el culo de Miriam. Bien seguro que te arrancas antes de venir en los partidos, y por eso no podes levantar las patas", insultó Rene.
- "Bueno, muchachos, tranquilos", trato de serenar Ramiro. "Eran mejores que nosotros y basta".
- "Pero negro de mierda, ignorante!!!", no te das cuenta que sos un salvaje!!! Quien carajo me mando a llamarte para que juegues acá, me queres decir? quien me mando?".
- "Tu mujer te pidió, gil, tu mujer...y a mi también", dijo desafiante el rústico de Rene, cuadrando la guardia porque sabía lo que se venía.
Ernesto largo el shampoo que tenía en la mano y se le fue al humo a Rene, lo que provocó que se le desprendiera la toalla de la cintura.
- "Pero que te pasa viejo puto? me venís a pelear en pelotas o salistes del closset" hirió nuevamente Rene.
- "Te voy a matar!!!", histérico grito Ernesto.
- "Paren muchachos, paren la concha de su hermana!!! Siempre lo mismo, carajo" ya caliente gritó el Ramiro, mientras los separaba ayudado por dos de los muchachos rivales del partido.
- "Pero salí de acá, maraca, que no podes pelear a nadie. Mirá las bolas viejas que tenes, querido. Jubilate, pareces una pasa de uva albina viejo".
Ernesto tiró una trompada por arriba del cuerpo de uno de los muchachos que lo sostenían y le dio de lleno a Ramiro en la nuca.
- “No bueno, basta, esto es el colmo. Cagense a trompadas entre uds. Me tienen las bolas llenas. Encima que tengo que venir hasta acá y que me llenen la canasta, tengo que ponerme a separar a dos pelotudos como ustedes, que se pelean todos los partidos!!! No juego más. Fumenmela y búsquense otro arquero” sentenció Ramiro, agarrando a la pasada el bolso Adidas.
Ahí se les transformó la cara a Rene y a Ernesto.
-“Noooooo, Ramirito, no te calentes. Para, no te vayas, querido”, dijo Rene.
- “Para Ramiro, para. Vos sabes como es esto. Al negro de mierda este lo conozco hace mucho. Son todas boludeces. No te hagas drama. No nos podes dejar sin arquero a mitad de campeonato”, se sinceró Ernesto.
- “De en serio, viejito, al bolas tristes este yo lo quiero como un hermano. Y bueno, a los hermanos se los quiere así. O no viste a los Contempomi putearse en medio de los partidos de los pumas?”, se rió Rene, mientras palmeaba a Ernesto, que seguía desnudo ante la mirada de todo el vestuario.
- “Bueno, pero me tienen cansado, loco” enojado Ramiro.
- “Ya esta, ya esta. No te calentes. Mira, si hasta le doy un beso al grone este, todo chivado como esta”, riéndose Ernesto.
- “Bueno, bueno, pero alejame la nutria que me estas rozando el muslo”, jocoso dijo Rene.
Ramiro rió.
-“Ya esta. Ya esta. Todo solucionado. No vamos a perder el arquero por una boludez. Me prestar el jabón, Viejo?”, pregunto René.
- “Toma, Negro sucio, pero sacale los alambres, que me lo dejas hecho un desastre”.
Cuando salió de la ducha, la pelea había sido olvidada, y habían logrado conservar lo mas importante en un equipo de fútbol.

lunes, 15 de octubre de 2007

Era el próximo nomás...

Corría en forma graciosa. No se. Puede ser que sea debido a que lo considero una de las personas más graciosas que conozco. Pero esto era más allá de su gracia natural. Se trataba de un paso de seudo garza. Cortito. Como que su flaco cuerpo se iba a partir en el siguiente paso.

Llevaba puesto un saco de corderoy con un buzo de capucha abajo. El Ruso corría a su lado. Altivo, displicente, convencido. Él no. El venía como corriendo a una milésima de segundo menos de lo debido. “¿¿¿Por que me pasa esto!!!???” o “Ruso de mierda, para!!! Esperemos el otro bondi, ya fue”, seguramente pensaba.

Mientras los veía desde el hall de mi edificio, me dio la sensación de que él sabia que no tenían que tomar ese 152 que se les escapaba…

Hoy me contó que finalmente lo alcanzaron y a las pocas cuadras el colectivo se quedó sin Gasoil. Debieron bajarse y esperar el próximo.

viernes, 12 de octubre de 2007

No lo soñe...

Cesar tiene veinte años y esta siendo trasladado de urgencia hacia el hospital municipal. Sufrió quemaduras de extrema gravedad, producto de una explosión de gas. Había estado cocinando para sus hermanas, y en un descuido dejo la perilla de la cocina abierta. No obstante ello, jamás alcanzó a darse cuenta de todo esto cuando prendió el cigarrillo.

La ambulancia surca las calles de la ciudad en forma demoníaca. Los minutos son cruciales en esta carrera por la vida. El conductor lo sabe y por ello agrega la bocina a la ya virulenta sirena. No obstante lo apremiante de la situación, el chofer tiene confianza en su pericia. Jamás ha perdido un paciente, al menos por su culpa.

Es miércoles y son las tres y media de la tarde. Ha sido una semana difícil en la capital de la provincia. Estamos a semanas de las elecciones y el clima político se esta tornando insoportable. Ha habido algunas muestras de violencia, tanto de parte de los gremios como de las fuerzas de seguridad.

Venancio Cardozo (el conductor de la ambulancia) viene trayendo al paciente en un muy buen tiempo y confía en el éxito de su empresa. Había tomado la Av. 25 de Mayo y luego un atajo por el pasaje Tucumán, lo cual le había ahorrado algunos minutos. Solo quedaba encontrar a la Av. San Martín sin demasiado tráfico y el resto estaría hecho.

Sin embargo, raudo por Manuel Belgrano, al encontrar aquella avenida, advierte que el panorama se le complicaba. Cesar Manual Alderete, cabeza principal del “gremio” de desocupados en la Provincia, ha llevado a sus muchachos frente al Ministerio de Trabajo provincial, con el objeto de solicitar un aumento en los planes sociales. En realidad, todos saben que se trata de un apriete, ya que el grupo de presión responde al candidato del gobierno nacional, que aspira a desbancar a la cabeza del ejecutivo, quien representa al partido provincial.

Los señores gremialistas portan palos y sus caras se encuentran tapadas con pañuelos algo sucios. Muchos de ellos son gordos que superan las tres décadas de vida, pero muchos mas son jóvenes que no superan los veinte años, y Venancio apuesta a que jamás en su vida han intentado buscar trabajo.

No obstante ese panorama, el chofer sin cesar la sirena, se acerca el grupo a una velocidad prudente, confiado en la excepción del piquete por parte del gremio transportista para el vehiculo médico. Dos o tres “gordos” se le paran adelante, desafiantes. Alguno golpea el capot con su machete. Venancio pide clemencia y humanismo. Del otro lado no responden como esperaban, y siente como la chapa de la ambulancia repica ante cada piedrazo. Cardozo siente la ira e impotencia explotando por su frente, y dispara un insulto en el guaraní de sus ancestros. Los gremialistas sospechan que es una maniobra argüida por el Gobernador para disipar el piquete, por lo que resuelven arrojar nafta sobre la ventana del acompañante. Segundo se introduce el fósforo encendido desde el mismo espacio.

La explosión conmueve al conductor paraguayo, quien queda atontado por el estruendo. Temeroso de su propia vida – ya que alguna llama había logrado alcanzar una de las bocamangas de su uniforme verde agua -, Venancio Cardozo desciende de la unidad de emergencias y comienza a correr por San Martín en mano contraria, mientras algún veinteañero encapuchado lo azota con su macana.

El grupo de treinta personas que ocupaban el frente del ministerio festeja el incidente, bailando en derredor de la ambulancia en llamas, la cual poco a poco fue apagándose.

Los violentos solo se enteraron que había alguien en la parte posterior del vehículo asistencial, cuando se los confió por lo bajo el Jefe del Departamento de Bomberos.

Tres semanas después, se llevaron a cabo las elecciones provinciales, y el resultado no fue influido por aquel incidente olvidado.

(NdA: Uno puede escandalizarse por el punto de vista elegido y criticar la idea plasmada en esta historia, tildando a quien suscribe de diversos y variados epítetos. Pero estas cosas pasan...y es una vergüenza).

Un lindo ejercicio

Escuchar música mientras trabajo.
Descubrir bandas no tan conocidas.
Entrar en la cama recién hecha.
Que el primer trago de Coca con hielo sea largo.
Wisky con frío. Vino con cena. Fernet cuando salgo.
Cerveza siempre, sobre todo cuando llego del trabajo.
Gritar un gol.
Que me feliciten por algún laburo.
Hacer sentir bien a mi vieja.
Jugar al futbol.
Hacer asados, comer sushi.
Quedarme en la cama media hora más.
Desayunar afuera los sábados.
Leer el diario en la cama los domingos
Los viernes. Enteros.
Comer una picada.
Cocinar para alguien y que le guste de en serio.
Estar tirado en una playa.
Una ducha caliente en invierno.
Pasar una tarde en una pileta.
Ciertas miradas.
Charlar con mi viejo.
Hacer un chiste y que se rían.
Ayudar a un amigo cuando tiene un problema.
Fumar un cigarrillo cada tanto.
Abrazarla cuando me despierto.
El olor a nafta.
Ir a la cancha.
Ver llover desde mi cuarto.
Oir las gotas sobre el aire acondicionado.
Escribir esto.
Comprarme ropa.
Jugar con mis sobrinos.
Ver muchas veces la misma película.
Tomar mate a la mañana.
Manejar en la ruta, escuchando los Chalchaleros.
Bailar.
La neblina.
Encontrar un capítulo de Friends, a cualquier hora.
Tener ordenado mi escritorio.
Ser abogado.
Decir lo que siento.
Sentirme querido.

jueves, 11 de octubre de 2007

¿Qué es la poesía?

La poesía. ¿Qué es la poesía? Yo se un poco de muy pocas cosas. Y por eso tampoco me puedo permitir ser terminante acerca de cuando una poesía es buena o mala. Lo mismo me puede pasar con un cuadro, o un guiso de lentejas. Descubro con estos ejemplos mi rusticidad, pero también mi opinión.

Me parece que se trata un poco de la subjetividad de los gustos. No quiero caer en el viejo chiste del “Gustos son gustos…”, pero un poco de verdad hay detrás de todo eso.

Puede ser que haya ciertos parámetros objetivos que prohíban poner en pie de igualdad a un Miguel Angel que al Grone que te pinta la pared de tu casa. Pero me parece que pasa por otro lado la cosa. Se trata, centrándonos ya concretamente en la poesía, del sentimiento que se expresa y el contenido de las palabras que se vuelcan. Un claro de emoción traslucido en un trozo de papel es lo que yo, particularmente, busco en una poesía.

Alguna vez escribí poesías. No quiero decir que lo he dejado de hacer, pero ya hace tiempo que no ocurre. No se porque, pero debería retomar. En aquellas oportunidades quedaba muy conforme con ellas. Su métrica no era lo que me alegraba. Tampoco su sintaxis. Todo lo contrario. Pero, sin embargo, me permitían expresar de alguna forma un sentimiento. Y claro que lo hacían.

Debo advertir que este texto no trata de justificar de alguna forma mi falta de talento literario. Es otro fin el que me guía en esta ocasión.

He leído muchos poemas y textos de ése estilo en mi vida. No quiero decir con esto que me he dedicado a ello, pero en el colegio se encargaron de mostrarme ese aspecto de la literatura. Becquer, Garcilazo de la Vega, Rubén Dario. “Podría escribir los versos más tristes esta noche” o “Volarán las oscuras golondrinas” o algo así. Otras también. Muchas de ellas eran bonitas, ajustadas, objetivas, centradas. Pero para mi, vacías. No era eso lo que apreciaba.

Aún hoy sigo viendo a la poesía como en aquella época. Cuando reflexiono sobre ella, y volviendo a los conceptos volcados sobre los orígenes de este texto, debo advertir que no puedo explicar mi opinión de mejor forma, que no sea mostrando la poesía perfecta. Automáticamente me visita este fragmento, que mas que eso, se trata de un pedazo del corazón que alguien, hace mas de veinte años, saco de sus entrañas sin saber que nos estaba dejando un poema que, si bien no era perfecto, fue de lo mas hermoso que hemos podido escuchar.

Mis saludos a ese poeta contemporáneo quien, hasta con nombre de poeta, a más de dos décadas aún consigue ponerme la piel de pollo…

martes, 9 de octubre de 2007

Bi orno tubi (...o de la encuesta pizzera)

Tampoco estamos hablando de la disquisición filosófica entre tomismo y positivismo. No nos atrevemos a igualar la centenaria discusión entre liberales y conservadores. Derecha e izquierda. Ni hablar de religión.

Nos reconocemos ajenos y distantes, incluso, a batallas más banales como contiendas deportivas del tipo River – Boca, Vilas – Clerc o Maradona – Fangio.

Hasta reconocemos que sería más divertido que la pregunta se dirija a otras calóricas discusiones como “Pata-Muslo o Pechuga” o “Busto - Cadera” (disculpen estos últimos términos, pero he recibido comentarios de mi suegra acerca del blog, y no quisiera parecer soez ante ella).

Pero en este espacio, nos pareció prudente terminar, al menos y en forma definitiva, con una polémica que hemos escuchado en varios reductos porteños: ¿Cuál es la mejor pizza de Buenos Aires? Hemos visto gente disputarse a golpes el teléfono para marcar su número predilecto. Hemos hasta incluso presenciado una batalla de aceitunas con carozo, ante esta nimia cuestión.

Es por ello que nos atrevemos a encender la polémica para poder, si bien no con precisión matemática, tener un antecedente que legitime al elegido ante la discusión eufórica cuando el bagre empieza a pedir una especial con morrón o provolone.

Ahí les dejamos, entonces, la encuesta que aspira a dar una respuesta aunque sea a alguno de los interrogantes generados. Aclarado ello, quizás si, podramos discutir si Dios existe o “El Capital” de Marx fue una gran mentira.

domingo, 7 de octubre de 2007

Era una buena idea...

Fui a un bar a mirar el superclásico. Me pareció una buena opción llegar un rato antes de las dos, almorzar y ya quedarme para ver el partido. Es el encuentro más importante del fútbol argentino y esperaba que nos podíamos llevar un buen resultado de visitante.

Empezó el partido y pensé que sería una buena idea escribir un poco acerca de los nervios que se viven durante el partido. La preferencia a que los empates ya estuviesen firmados previamente y no tener que sufrir como un caballo. Pensé en armar un buen texto, quizás teniendo de fondo el tufillo de algún cuento de Fontanarrosa que hablaba sobre la decisión de un hincha de central de no ver el clásico rosarino y quedarse en su casa. "El vuelo de los pájaros" creo que se llamaba el relato del Negro.

La idea era buena, reitero. Contar todos esos estados de ánimo que uno atraviesa durante el partido. Los nervios, la ansiedad, el miedo, etc. Pensaba poner que no valia la pena sufrir así y demás, para terminar rematando que Boca ganaba uno a cero y todo lo que había afirmado se iba por la borda para pasar a la euforía y a la negación de todo lo anterior. Con algún remate interesante, la idea ya estaba cocinada.

Pero Boca jugó horrible y perdimos dos a cero, con precio. Y ahora solo pienso que soy un pelotudo por ponerme así por un partido de fútbol. Solo espero que Palacio alguna vez me obligue a disculparme por putearlo tanto como esta tarde.

Quizás pueda leer a Borges y consolarme un poco, aunque me parece que Jorge Luis sabría mucho de todo, pero no sabía nada de fútbol.

sábado, 6 de octubre de 2007

Plan de juego

Tranquilo. Adusto. Se manejaba sereno entre toda esa gente que completaba el semipiso del bar. No quería mostrarse excitado frente aquella muchedumbre. No era gente muy importante. Pero había algunos conocidos. Alguna vedette, corredores de autos, y hasta algún ex preparador físico de la Selección mayor de fútbol. “El Ambiente”. También, lógico en esos reductos, muchos gatos y falopa.

“Boludo, ahí esta la Fulanita” o “Mira quien esta ahí!!!”, de sus amigos lo empujaban a mostrarse sorprendido. Pero no. Él no quería exponerse como sapo de otro pozo. Adopto la actitud natural de quien se esta comiendo un pan con manteca en la cocina de su casa. Si los gatos miraban, él también lo hacía pero con confianza. La vedette le pedía permiso, se lo daba como a la señora de rulos que se subía al 152 antes que él.

Se reconocía, igualmente, más cómodo en esos antros, donde se baila apretujado, centellando avances femeninos, bajo el brillo de la transpiración traslucida de los flashes de neon.
Pero eso lo sabía él, nada mas. Y no estaba dispuesto a revelarse. En el bar de moda, sería uno mas y no mostraría la hilacha. Eso resultaría, pensó. En cualquier momento, alguien le haría algún comentario. Sería aceptado en esos círculos, al verse forma de conducirse en ese mundo. Como uno más de ellos.

Nada de eso ocurrió. Cuando estaba buscando la campera para irse, vio que uno de sus amigos le estaba rapiñando el cuello a una de estos yiros, como varias veces lo encontró en aquellas “seudo trincheras” federales de la conquista femenina.

Se fue buscando excusas para su fracaso y pensando que aquellas trolas habían perdido una oportunidad de oro. Camino tres o cuatro cuadras. Encontró un taxi y se fue a dormir solo.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Labios color carmín

Flavia tiene los labios rojos. Carnosos. De esos que te provocan mirarlos sin prestar demasiada atención a lo que lo rodea. Ella esta juntada, pero hace poco, y hay algo en su mirada pícara que le permite a Esteban seguir insistiendo.

Juntos pasan algunos momentos todos los días en el “refreshment” del banco donde trabajan. Él siempre se pemite alguno piropo que ella no se preocupa en rechazar. Todo lo contrario. El "Ay, Esteeeeeeebaaannnnn" que le esboza con aquella mirada, lo hace imaginar que algún día, por fin, la podrá rematar en aquella sala de cuatro por cuatro con postres de gente de traje y sonrisa armada.

Un día Esteban se animó y le dijo "No puedo dejar de pensar en probar tus labios y dejar de imaginar que deben ser parecidos al fuego". Ella lo miró extrañada, como sorprendida de sus palabras. Le contesto con un escandalizado "¡¡Esteban, tengo novio!!". Él, aturdido, solo atinó a decir "Perdón, es que...me confundí".

Las semanas siguientes Esteban dejo de intentar cualquier diálogo. Ni siquiera eso, cualquier encuentro. Calculaba que no iba a soportar aquellos labios color carmín sin volver a sentir la contrariedad del rechazo.

Una tarde estaba en el "refresh" tomándose uno de esos café-barro de máquina. Estaba pensando en cualquier cosa, menos de trabajo. A sus espaldas escucha "Hola Esteban, ¿como estas?". Ella toco algunos temas intrascendentes que él ni se esforzó en continuar. Cuando hubo de sentirse un poco cómoda, Flavia le contó del final de su relación de pareja, con algún comentario acompañado de aquella mirada atrevida.

Esteban se paró, liquidó el fondo del horrible café y le dijo tranquilo: "¿Pero quien te crees que sos, negra jetona? No, te confundiste…". Dio la vuelta y se fue, sintiendo que había largado, por fin, aquella frase colgada de su lengua.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Un pibe con onda

Si, si. Merece una entrada, ¿Cómo no?

El viernes estaba en una reunión de socios de una S.R.L. De golpe empezaron los acordes de una banda. Claramente estábamos al lado de una sala de ensayos de alguna bandita porteña. No tocaban mal. Tenían buenos acordes. Me hacían acordar mucho a una de mis bandas favoritas.
En fin, la reunión de socios estaba medio áspera, con lo que lo anterior no fue más que un fugaz pensamiento. Estaban tratando de limpiar al gerente de la sociedad, para meterle una acción de responsabilidad. Caras de perros, y algo de fastidio en los mas grandes por el “bochinche” que venía de al lado.

En un momento de distensión, el Gerente (que no sabía como hacer para zafar) dice “¿Saben quien esta al lado? Babasónicos”. El oído no me había fallado. Tenía ganas de cortar todo e irme a meterme en la sala de ensayos del, seguramente, próximo disco de la banda.

Cuando me estaba yendo, con una parva de libros de la sociedad bajo el brazo, y mi corbata de Yuppie, me lo cruzo a D`Argelos. Debo admitir que me invadió una sensación de desencanto en primer lugar, para luego pasar a una bronca, un tanto desenfrenada. La imagen del ícono de la banda traía puesto un pullover verde, algo raído, y una jogginetta azul Francia que probablemente conservaba desde el primario. Los pelos revueltos, no cortados hace mucho. Además de ello, me llamó muchísimo la atención su metro sesenta. “¿Pero como puede ser que el enano de mierda este, tenga tanta onda y levante?”

Y ahí si, comprendí. La grandeza de ese seudo gnomo. Ese hobbit que he visto en varias ocasiones hacer delirar a varios miles de féminas, deseosas de su brillo – el cual seguramente corresponderá gustoso-. También comprendí el error de no haber aprendido un instrumento.

La verdad es que no me dio para hincharle las pelotas, con mi atuendo de pelotudo de oficina.

Ahora estoy viendo la grilla de conciertos de Babasonicos para ver cuando estrenan el disco.

martes, 11 de septiembre de 2007

María del Carmen

Hoy es el cumpleaños de mi vieja. María del Carmen. 11 de Septiembre de 1944 fue su nacimiento. En Arroyo Corto. Un pueblito del sur de Provincia de Buenos Aires, en una zona de alemanes del Volga. Mi gente. Hija de Ana Redel y Enrique Rudel. Algún día contaré de ellos. Allí también podremos encontrar un poco a mi madre.

Mi vieja tiene sus cosas. Todo el mundo las tiene. Pero es mi mamá. Y a Dios gracia puedo decir que estoy orgulloso de ella. No quiero caer - aunque podría - en esa frase juvenil de "Mi mama es la mejor del mundo". Lo es, ciertamente. Pero me parece mejor decir que, además de producir en mi esa debilidad sentimental que produce toda madre - sobre todo en un hijo varón, con el Edipo bastante mal curado -, le agradezco todo aquello que ha hecho por nosotros toda su vida. Por nosotros incluye a mi viejo, quien sé, con toda seguridad, incapaz de vivir sin ella; a mi hermana, todo un clon de María del Carmen; a mi hermano - quien parece haber olvidado -; a sus padres; y a mi.

Mi vieja es todo sacrificio. Garra. Empuje. Cualquiera podría, sin esfuerzo alguno, catalogarla como una auténtica germana. Y mi vieja es así: ¿se tiene que levantar a la seis de la mañana y dejar de laburar recién a las diez de la noche? Lo hace ¿Tiene que ir a dar clases a Usuhaia los fines de semana para que uno de sus hijos estudie una segunda carrera? No importa. Ahi va. ¿El 90% de su guardarropa es el mismo hace veinte años porque prefirió poner su dinero en sus hijos? Nunca se quejará por ello. Es un constante y perpetuo abondonarse para dar un poco más a los que están en su familia. Esa es mi madre.

María del Carmen quizás no venga un día y te de un beso diciéndote que te quiere mucho. Quizás no sea tan permeable a un lindo abrazo. Pero te va a preguntar si tenes ropa limpia, si la heladera esta llena, si queres ir pasar un fin de semana en Trelew. Cosas así. Demuestra con hechos y deja las palabras para otros momentos. Siempre tiene su preocupación puesta en alguien mas que en ella.

Algún día, con mis primero sueldos, le regalé un anillo de oro. Le hice grabar la palabra "Siempre" en su parte interior. Le dije que yo iba a estar con ella por ese tiempo, que podría contar conmigo, que la quería mucho y que le iba a estar agradecido de por vida. Pero omití que también significaba que eso es lo que yo siento de su presencia. Siempre estuvo. Ahí conmigo. Aunque si por ahí no estuvo a mi lado en cuerpo, ha estado su presencia en cada momento de mi vida.

Y su presencia, dejenme decirles, no se limita al sacrificio por su familia del cual ya hice referencia. También lo entiendo cuando advierto en mi una resistencia especial en el trabajo y ante los factores adversos, un sentido estricto y ferreo de la responsabilidad, la medida ante el derroche y la rectitud de la conducta. Cuando veo que ella es y ha sido el nervio central de mi familia, dejando su marca en los principales valores que poseemos.

Por ello, digo que estoy orgulloso de mi madre, y más aún, agradecido. Me siento en deuda con ella para el resto de mis días, sabiendo que jamás estaré cerca de poder devolverle todo lo que ha sido en mi vida. Solo espero que ella llegue a sentir en algún momento que, aunque sea, lo intento.

Esa es mi vieja, y creo que es mucho mas que decir "Tengo la mejor Mamá del mundo". Gracias por ser mi mamá. Siempre.

Pd. Alguna vez tuve este cartel colgado en la puerta de la pensión que me toco ocupar en mis primeros años en Capital. Me parece que puede ser un lindo regalo para ella:

"Cuenta una leyenda que a un angel que estaba en el cielo le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero como vivir tan pequeño e indefenso como soy?
- Entre muchos ángeles escogí uno para ti que te está esperando
y que te cuidará, le dice Dios.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír,...
-Eso basta para ser feliz, Tu ángel te cantará te sonreirá todos los días y tu sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
- Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
- ¿Y que hará cuando quiera hablar contigo? Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar y podrás hablarme.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quien me defenderá?
- Tu ángel te defenderá a costa de su propia vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
- Tu ángel te hablará siempre de Mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia aunque yo siempre estaré a tu lado.

En ese instante una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se oían voces terrestres y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando: Dios mío. Si ya me voy, dime su nombre: ¿Cómo se llama mi ángel?
-Su nombre no importa. Tu le dirás...MAMA".


Feliz cumpleaños, Vieja. Te quiero mucho.