viernes, 21 de noviembre de 2008

Marmol

Cayó pesadamente sobre el piso blanco de mármol. El personal de seguridad se dividió entre quienes se arrojaban sobre su cuerpo y aquellos que buscaban el origen del disparo. Los empleados, horrorizados, gritaron y se escondieron donde pudieron dentro del claro y elegante local. La empleada que sostenía el vestido blanco engarzado en diamantes había tratado de correrlo cuando las manchas de sangre del mandatario saltaron en su búsqueda. No lo logró. El dueño del local pensaba, entre el apuro por cerrar la cortina del negocio, en la mala publicidad que representaba para su exquisita marca el atentado recién producido.

Uno de los agentes habló por su comunicador y no pasaron muchos segundos hasta que entraron media docena más de agentes. Tomaron diversas telas colgadas del local para sujetar la herida de la cual brotaba el líquido pesado y bordó.

El asesino no pudo dar más de diez pasos en su carrera hasta que la bala lo alcanzó justo en la nuca. Otras dos más se alojaron en su espalda. El segundo agente que lo alcanzó – el primero lo apuntaba de menos de dos metros – lo dio vuelta. Era un hombre de unos cuarenta años, con camisa a cuadros, pantalones claros – abiertos en las bocamangas – y zapatillas con suela de yute. Tenía la cara marcada por los años y la piel curtida por el sol. Sus ojos estaban cerrados y su mano derecha todavía sostenía con firmeza el arma homicida. Indudablemente estaba muerto. La sangre de su cabeza brotó por unos minutos formando un gran charco a su alrededor.

Cuando el cuerpo de ella atravesó la puerta principal del paseo de compras, la unidad de cuidados intensivos ya estaba esperando. Allí confirmaron que también había fallecido.

El dueño del local tomó el vestido blanco con diamantes y terminó de arruinarlo tratando de limpiar la sangre sobre el mármol blanco.

jueves, 20 de noviembre de 2008

De eso si me acuerdo bien...

Mi viejo siempre me dijo: “En la vida, uno tiene dos preguntas importantes para contestar: ¿a que la voy a dedicar? y ¿con quien la voy a compartir?”. Hace seis años contesté una de ellas.

Lo fui a visitar a él en realidad. Una vez por año, viajaba a Córdoba para visitar a mi mejor amigo. Esas cosas que tiene vivir en el interior hacen que uno termine perdiendo y ganando amistades de acuerdo a la ciudad que se elige para estudiar.

Aquel lunes era feriado – 17 de Agosto – por lo que era buena ocasión para viajar. Llegué el sábado a la mañana temprano. No recuerdo mucho de la llegada y diversas partes del fin de semana. Si recuerdo que al mediodía llegó ella de rendir un examen en la facultad.

Cruzamos dos palabras – había aprobado y se iba a Alta Gracia un par de días con una amiga – y decidimos que lo mejor era ir a buscar comida a la rotisería de la vuelta. Te digo que no me acuerdo que hacía él a todo esto: tenía que estudiar, trabajar, no se, no importa.

Hecho el pedido en la Rotisería – milanesas o pollo con algo, creo, no se, no importa –, salimos a la vereda para esperar y escapar a la fritanga del cuestionable lugar. Me acuerdo – eso si me acuerdo – que se paró en el escalón de la entrada del negocio para quedar más a mi altura. Le pregunté como andaba de novios y demás (Siempre lo hacía. Si bien generalmente jodía al hermano con ella, jamás existieron segundas intenciones: de hecho, la llevaba a la casa de los novios, tenía buena relación con los pibes, etc). Me comentó que había alguien que le gustaba pero no le daba bola. Que estaba de novio y no se podía hacer mucho por ello. Me acuerdo – eso si me acuerdo – que defendí de palabra al pibe (una defensa corporativa: yo también estaba de novio), mientras pensaba lo imbécil que era al perderse alguien como ella. Fue la primera vez que pensé algo así. También de eso me acuerdo bien.

El fin de semana pasó muy tranquilo. Creo. No me acuerdo mucho. Habremos salido los dos días, calculo. El lunes al mediodía él se fue a trabajar y ella volvió de Alta Gracia. Se fue a bañar, mientras yo miraba una película. No me acuerdo que película era.

Ahí fue cuando las cosas cambiaron decididamente. Salió de su cuarto con un pantalón corto, una remera que le quedaba grande….y el pelo mojado. Su pelo rubio mojado. Terminó sentada a mi derecha en el sillón, mirando la película con sus ojos verdes (entenderán por que no recuerdo el nombre). Entre una cosa y otra, tuve el coraje de tomarle la mano. Solo lo hice, sin pensar demasiado en el siguiente paso. Es una realidad que jamás volví a estar tan nervioso como en ese momento. No sabía si decirle algo, intentar un beso, soltarle la mano (Comprenderán que era la hermana de mi mejor amigo y lo mío era una empresa arriesgada, por lo menos. Años después ella me confesaría que también atravesó el mismo camino pero claro, el movimiento tenía que ser mío).

En ese diálogo interno entre conciencia y exaltación – no me olvido más -, escuché el ruido del ascensor. Era el hermano, naturalmente. En pocos segundos tuve que decidir si soltarle la mano – y mostrar mi cobardía – o mantenerme en mi osadía – bajo riesgo que mi amigo, su hermano, se moleste-. No solté su mano, lógicamente.

Después no pasó mucho más. No me acuerdo mucho. Volví a Buenos Aires y manejé la mentira que allí vivía de la mejor forma posible para todos. Comencé a escribirle más mail y llamar a mi amigo mas seguido.

El 16 de Noviembre, ella bajó en Retiro y nos dimos nuestro primer beso. Pasamos el fin de semana juntos. De eso si me acuerdo bien.

martes, 18 de noviembre de 2008

Botonazo

"Si (la remera) era con botones, venía con antiparras..." (Jorge dixit).

jueves, 6 de noviembre de 2008

(NdeR: Agradecimiento)

El agradecimiento expreso desde estas líneas a la única persona que asiduamente se toma unos minutos de su vida para comentar en alguno de los textos ingresados: Dieguito, amigo mío, esta noche el vino es todo para vos.

Al resto, a los que pasan por aquí sin dejar su recuerdo, sepan que el "0" en "opinólogos" es lo más desmotivante de este pasatiempo.

Si fuera un flogger, me tendría que pegar un tiro.

Atte.

El Alemán.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Sufrimiento

"Tiene que sufrir un poquito, ¿sino para que vino a su despedida de solteros?" (Enano sádico dixit).

Dignidad

"Muchachos, ¡es un travesti pero tiene dignidad!" (RS dixit).

Naturaleza

"Pegarte plumas en los brazos no te transforma en ave" (Anónimo).

martes, 4 de noviembre de 2008

Despedida de Soltero

El enano sádico tironeaba la larga cadena de metal provocando el seguimiento del “homenajeado”. El cuello morado de este daba señales de una larga noche, lo que se confirmaba con el arrastre de sus pies, provocado por el reguero vertido a la fuerza en su garganta. El hombre estaba “muerto” y la turba violenta, capitaneada por el enano sádico, no le daba respiro: golpes, torturas, vejámenes y afrentas se venían sucediendo desde temprano en la tarde. Si bien por un momento el homenajeado había disfrutado del comienzo del día, claramente sus ideas habían cambiado con el correr de la noche.

Apenas promediaba el “festejo”, el objeto (tal cual fue tratado) de la reunión no articulaba palabra ni reaccionaba ante los continuos golpes de la manada salvaje. Gracias a Dios, un par de asistentes se reservó la mesura necesaria como para disponer el retiro del agasajado y redireccionar la furia del grupo hacia otras actividades. Así fue como fueron “liberados” como una jauría desbocada hacia un local nocturno de la zona de Núñez. Contentos, se dispusieron a contratar los servicios temporales del tugurio, los cuales no incluían el género que minutos antes forzaban para su “amigo”.

Releyendo las notas de aquella noche, confío esperar que mis amigos se diferencien de esta locura, entendiendo que la finalidad de una despedida de soltero es el agasajo y regocijo de éste y no la crueldad de quienes lo despiden.