La puerta del ascensor se cerró con violencia y The Offspring sonaba bastante fuerte en sus auriculares. Pensó que debía irse de esa habitación para poder calmar sus nervios en la calle, solo, acompañado por su música. “Así es, amiga mía: las cosas son en ambos sentidos y sino no son para ningún lado”. Caminó hasta un cyber y empezó a buscar pasajes para Resistencia. Sabía que era una conducta extrema pero por lo menos quería tener los datos en las gateras.
Volvió al departamento y la encontró con la misma actitud desafiante. “Tendría que haber confirmado los pasajes”, pensó. Volvieron a discutir, ahora con más violencia. Se acordó de la misma escena hace cuatro años cuando pelearon después de haber visto “Alguien tiene que ceder” en el cine. No podía creer la obstinación de ella y la violencia de él. Nadie podía llevarlo hasta semejante punto de ira como ella. Lo mismo sucedía del otro rincón del cuadrilátero.
Se saltearon el almuerzo. La hermana tuvo que hacerse unos sándwiches de Criollitas y queso, ya que no tenía mano para la cocina. Ellos, permanecieron en el living, a veces discutiendo, otras en silencio. Parecía que pasaban horas entre diálogo y diálogo, pero solo eran minutos cargados de tensión.
Se hizo la noche – la hermana volvió a comer lo mismo – y él decidió irse solo a tomar una cerveza. No volvió a dormir. Regresó al mediodía del otro día. Tocó timbre y nadie lo atendió. Fue a la Terminal y tomó el primer colectivo que salía para el Chaco. Llegó a su departamento, tiró todas las flores secas y adornos que había colocado ella y colgó unos carteles viejos de publicidades de cerveza. Ella nunca más lo llamó. Él tampoco. Las cosas ya no iban para ningún lado.
(NdA: inspirado en la letra del tema "Denial, Revisited", The Offspring)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario