jueves, 11 de junio de 2009

Recuerdos de invierno

Este fin de semana nos vamos al campo de mis suegros con mi familia, me dijo ella, ahora, antes de que empiece el frío”.
La abuela hervía el agua en noches como esas y le preparaba a Benajmin su bolsa de agua caliente con forma de gatito. Jugaba con él mientras se sacaba los dientes postizos e iba a su cama a meter la bolsa felina. En el calentador de kerosén de la cocina se cocían semillas de girasol que comían todos ávidamente. El abuelo le convidaba a Marcos sus gomitas de menta. La televisión daba las imágenes del noticiero rural de Bahía Blanca.
Al rato – temprano, siempre – era momento de enfrentar la fría cama. En realidad, para Banjamín, era la oportunidad de distraerse un poco y olvidar la oscuridad mas pesada que conoció. Corría la bolsa con las piernas de un lado al otro. Tenía que matar el “friíto”. El silencio de la calle también era profundo, intenso.
La mañana y el café humeante sobre la mesa – el mejor del mundo -, el abuelo llamándolo doscientas veces a Marcos para que se levante. Todos leyendo “La Nueva Provincia”, muy abrigados, y de brazos cruzados. La abuela yendo y viniendo. Y Benja esperando que el abuelo salga y le diga que, en la chata y sobre sus rodillas, maneje el volante.

3 comentarios:

El Alemán dijo...

Cuento basado en experiencias personales.

diego dijo...

No me venía gustando y la última oración hizo que me gustara todo.

Anónimo dijo...

Aunque esos recuerdos a mi me provocan mucha tristeza, es lindo ver el vinculo creado, seguramente Ana tambien lee esto.