lunes, 23 de febrero de 2009

Un pacto para vivir

Siempre pensé que mi desinterés por la política nacional e internacional se debía a características propias derivadas de algún tipo de reacción ante ciertas “obsesiones” familiares con el tema (similar sentimiento con la práctica litúrgica). Siempre asumí que los continuos programas políticos que el televisor familiar reproducía provocaron mi infantil hastío.

Con el tiempo y mi madurez fui dejando aquella idea para comenzar a interesarme en la praxis de la política nacional. Naturalmente, toda persona, quiera o no, lo relacione o no, tiene sus ideas políticas. Claramente, no he sido la excepción.

Lamento de esa etapa que mis alboreas creencias se dieron de bruces con la mediocre política argentina, inyectada de corrupción, vulgaridad y escasa conciencia cívica en pos del verdadero bien común, entendido este como creación de las condiciones necesarias para que la comunidad entera pueda mejorar sus condiciones de vida.

Sin perjuicio de ello, advierto que actualmente me encuentro a poco de ingresar en la cuarta década de mi vida y, con ello, mi interés político se acrecienta, estimulado por ciertos “reverdeceres” en el fárrago político.

Ahora, si bien confieso que sigo denostando muchas de las viciadas prácticas políticas vernáculas, ello no me impulsa actualmente a cambiar el canal o pasar la hoja del diario, sino a reflexionar un poco más al respecto, sobre todo en aquellos valores, estructuras y programas que deberían ser modificados en torno a, lo que creo, un camino justo y progresista (en el sentido literal del término y no el político).

Siendo así, me gustaría, para ejercicio propio, exponer aquellas condiciones que creo esenciales para el desarrollo nacional, en el entendimiento que disponemos de una tierra bendita que nos abre diariamente la posibilidad de escaparnos de la mezquindad que nos viste.

(i) Pacto Político.

Realmente envidio a naciones hermanas cuando descubro que sus dirigentes han sido capaces de olvidar sus rencillas particulares para abrir paso a una solución conjunta que declare estructuras básicas, pétreas y permanentes de crecimiento.

Lamentablemente, por egoísmos personales, vivimos en el reino del ahora o, por lo menos, de los próximos cuatro años. Nuestros líderes toman sus decisiones en base a sus proyectos políticos personales, planeando políticas estrechas con una gestión económica que nunca supera el lustro (ocho años en el mejor de los casos).

En este sentido, leo con pena propia la entereza democrática y patria de naciones como Chile, España o Estados Unidos, quienes – con diferencias políticas internas – respetan ciertos cánones que no se destinan a otra que cosa que no sea a la grandeza de su Patria.

Entiendo que un pacto político de esa naturaleza precisa de una madurez política que, quizás, carecemos. Sin embargo, creo también que un camino de esa naturaleza debe ser iniciado en algún momento, para grandeza de nuestra Nación, en virtud que el mismo debe ser transcurrido ardua y trabajosamente, conducido por el diálogo altruista y conciente del bien común implicado.

Con esta plataforma, creo que este acuerdo debe contener ciertos ítems que hacen al mencionado crecimiento. Si bien tengo mi opinión respecto de cada uno de ellos, creo que este acuerdo político debe estar estructurado alrededor de la educación como prioridad nacional, Federalismo, modelo productivo nacional, Control de Poderes y fortalecimiento de la democracia.

(ii) Educación.

Sinceramente creo que esta es la única que puede levantarnos del triste lugar que hoy día ocupamos y confirmar las potencialidades que disponemos. Estoy absolutamente convencido que la ignorancia es la madre de todos nuestras flaquezas, y no hay problema que no pueda ser superado con ciudadanos educados y dirigentes preparados.

En este sentido, creo que deben ser estimuladas políticas de plena educación, secundario incluido, con mejoramiento de institutos terciarios y universitarios nacionales. Esta debería ser la prioridad de nuestra Nación, destinando esfuerzos y recursos para propiciar la vuelta de los menores a los centros educativos.

No se me escapan las penurias que viven hoy día muchos menores para ser asistidos en este sentido. Creo en este aspecto que, si bien es arduo y lento el camino, debe ir de la mano con la inclusión laboral de los mayores y tutores de esos menores, en la forma que se propone en los puntos venideros que tratan el problema económico de nuestro país.

(iii) Federalismo.

Nuestra Constitución es claramente federal. Ello ha sido por mandato histórico y se encuentra enraizada en los corazones de la mayoría de los argentinos. Sin embargo, paulatinamente el poder político y – sobre todo – económico se ha ido centralizando en el Gobierno Nacional y la Capital Federal.

En este aspecto, creo que debe ser emulada la estructura formada por los Estados Unidos, país que, con muchos aspectos negativos, tiene algunas enseñanzas para darnos (sumo al federalismo, el alto espíritu democrático reflejado en la asunción presidencial del Sr. Obama). Un claro ejemplo de la fortaleza que representa un federalismo amplio es la dada por las distintas grandes y pujantes ciudades que existen en el país del norte. Se pueden nombrar cuanto menos 20 ciudades altamente desarrolladas, con un índice poblacional y social siempre en aumento. Esto contrasta claramente con lo visto en nuestro país, donde contamos con pocas ciudades desarrolladas y grandes extensiones de territorio para incentivar.

En síntesis, creo que debería fortalecerse el federalismo recortando los poderes del Gobierno Nacional y ampliando los poderes de las Provincias. Aquí es fundamental una ley de coparticipación de los ingresos clara y ágil, con la asignación de recursos necesarios para que las Provincias puedan desarrollar sus capacidades.

Creo que la síntesis debería ser, a contrario de lo que se ve hoy en día en cuanto el poder central dispone de todos los recursos provocando el sometimiento de gobernadores por una dádiva, que las Provincias deben ser ricas, no el Gobierno Central.

Con la disponibilidad de facultades y recursos, las Provincias desarrollan sus capacidades a la máxima expresión, beneficiando no solo a sus habitantes sino a la Nación entera, en virtud de lo que se dirá más adelante respecto de las regiones y la especialidad y modelo productivo que aspiramos.

También en este aspecto es importante el desarrollo de Regiones internas, tal lo permite nuestra Constitución Nacional. La conjunción de recursos de diversas provincias y regiones no puede mas que repercutir en su beneficio y del país entero. Zonas como el NOA, el Litoral, Centro, Patagonia, Cuyo, etc. fortalecerán su posición y mejoraran su situación si suman esfuerzos y capacidades.

(iv) Especialidad productiva y modelo productivo nacional.

Creo que nuestro país – y en este sentido es importante el Pacto Político – debería resolver con claridad cual es el modelo productivo que desarrollará. En este sentido, debe tenerse la plena conciencia de los recursos con los que contamos y especializarnos en una determinada actividad, industria o campo de la producción.

Comprendo que, en este sentido, debemos ser un país que otorgue clara importancia y preeminencia al sector agroindustrial. Entiendo que deben desarrollarse las productos del campo, y a partid de ahí construir las industrias vinculadas. Esto claramente debe realizarse a través de incentivos y programas destinados a tal fin. De esta forma seremos competitivos antes el mundo, lo que mejorará nuestra posición interna.

En este punto, clara es la necesidad de promover la reapertura a los mercados internacionales, ya que a ellos constituyen la otra cara de la moneda en el proyecto de producción agro industrial.

(v) Eficiencia y reducción estatal.

Entiendo que es aconsejable que el Estado abandone su rol de permanente suministrador para desempeñar un papel subsidiario en la actividad privada. En este sentido, comprendo que los subsidios deberían ser excepciones contadas para ciertas actividades que precisan de un acompañamiento inicial.

El Estado debería enfundarse en un papel subsidiario, limitándose a crear las condiciones necesarias para que los ciudadanos crezcan a través de su esfuerzo y capacidad. Los recursos estatales deberían ser utilizados, a través de inversiones, para crear condiciones que provoquen crecimiento de los ciudadanos y no para satisfacer necesidades transitorias de los mismos: es el cuento de enseñarte a pescar o darte un pescado. En el primer caso, te doy de comer por siempre, en el segundo, solo te alimento un día.

De esta forma, el Estado se limitaría a proveer de forma correcta y eficiente, aquellos servicios que son inherentes a su condición: educación, salud pública, seguridad.

Dentro de esta idea, puede incluirse la eficiencia impositiva, la que se resume con menor carga fiscal condicionada a una mayor inversión del sector privado, todo ello acompañado de un efectivo control fiscal que evite la evasión en todos sus órdenes. La política de subsidios debería ser reemplazada por políticas de ventajas impositivas, con el objeto dicho de promover la inversión.

(vi) Calidad Institucional.

Comprendo como necesaria una reforma constitucional urgente en cuanto se muestra como imperante la necesidad de reforzar los mecanismos de control del poder central. El mecanismo de frenos y contrapesos hoy hace agua en diversas facetas, como por ejemplo, delegación de funciones legislativas al poder ejecutivo, elección y remoción de jueces a través del Consejo de la Magistratura, etc. Entiendo que debe proponer una rigidez en este aspecto, sobre todo con el fin de abandonar estructuras de excesivo poder unificado en el ejecutivo.

Por su parte, entiendo necesario promover la refundación del sistema electoral, con el objeto de promulgar un procedimiento claro y ágil, tendiendo a la eliminación del clientelismo político.

Finalmente, creo necesario resaltar la necesidad imperiosa que, más allá de funcionarios partidos políticos, plataformas, fórmulas, proyectos e ideas, la sociedad argentina y cada uno de sus individuos, tome urgente conciencia sobre su responsabilidad en la transformación nacional.

Así como cada uno de nosotros no puede quejarse sobre la suciedad que presentan nuestras urbes, si somos nosotros mismos quienes arrojamos nuestros residuos, envoltorios y papeles sobre las mismas, debemos saber que la transformación de valores y estructuras, solo serán dadas a partir del esfuerzo individual. Cada una de nuestras miserias colectivas, responde a nuestros defectos colectivos, y esta en nosotros modificarlos para obtener resultados diversos.

Por la grandeza que nos supo cobijar y el talento potencial que disponemos en reserva, ruego por la valentía y el coraje necesarios para lograr esta reforma cultural y social argentina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Guau, que postulado!

Gatonegro dijo...

Me parece que está para seguir sacando punta. Impresionante. ¿La verdad? un buen hallazgo.
Suerte y un abrazo,