Juan Carlos tiene 36 años y es arquitecto, de vocación escritor. Es una persona dura, rayana la agresividad. Tiene personal a cargo en la empresa donde trabaja. Con ninguno de ellos logró generar una relación amena. En general es inseguro y, por eso, autoritario. No suele aceptar críticas y es reacio a delegar funciones. Como primera medida, desconfía de la gente y se deja llevar por primeras impresiones, siempre negativas.
Por las noches escribe en un blog, parecido a este. Se hace pasar por un adolescente, oscuro y perdido. Escribe sobre todas sus frustraciones, secretos y miserias, esperando que alguien le conteste en los comentarios. Muchas veces siente la necesidad de contarle a sus conocidos sobre su espacio, único medio que lo hace sentir orgulloso. Necesita mostrar que también él puede generar sentimientos francos, sinceros y sensibles. Siente orgullo por las decenas de comentarios que despiertan sus textos, pero a su vez lo invade la tristeza al advertir que todos ellos provienen de desconocidos que nada tiene de real en el mundo en el que él vive.
Es soltero y no tiene ningún plan serio a la vista. En general, se siente una persona sin atractivo físico e incapaz de gustarle a alguien. Ha desistido de las citas a ciegas. En todas ha fracasado. También ha abandonado las salidas nocturnas, desilusionado de sus resultados. En sus ojos se advierte que es lo primero que piensa cuando le presentan a alguien.
Por las noches se acuesta temprano para no pensar en sus vacíos. Así vive Juan Carlos, en su departamento de tres ambientes y oficina de puertas cerradas. Cubierto de inseguridad, impotencia, soledad y frustración. A veces lo recuerdo y me invade la pena. Me consuela pensar que, algún día, advertirá que la causa de sus tristezas es su inseguridad con sus defensas.
Por las noches escribe en un blog, parecido a este. Se hace pasar por un adolescente, oscuro y perdido. Escribe sobre todas sus frustraciones, secretos y miserias, esperando que alguien le conteste en los comentarios. Muchas veces siente la necesidad de contarle a sus conocidos sobre su espacio, único medio que lo hace sentir orgulloso. Necesita mostrar que también él puede generar sentimientos francos, sinceros y sensibles. Siente orgullo por las decenas de comentarios que despiertan sus textos, pero a su vez lo invade la tristeza al advertir que todos ellos provienen de desconocidos que nada tiene de real en el mundo en el que él vive.
Es soltero y no tiene ningún plan serio a la vista. En general, se siente una persona sin atractivo físico e incapaz de gustarle a alguien. Ha desistido de las citas a ciegas. En todas ha fracasado. También ha abandonado las salidas nocturnas, desilusionado de sus resultados. En sus ojos se advierte que es lo primero que piensa cuando le presentan a alguien.
Por las noches se acuesta temprano para no pensar en sus vacíos. Así vive Juan Carlos, en su departamento de tres ambientes y oficina de puertas cerradas. Cubierto de inseguridad, impotencia, soledad y frustración. A veces lo recuerdo y me invade la pena. Me consuela pensar que, algún día, advertirá que la causa de sus tristezas es su inseguridad con sus defensas.
5 comentarios:
Juan Carlos no existe pero si, con muchas diferencias accesorias.
si existe, salvando las diferencias
Estoy seguro que no es quien vos pensás. Beso.
pobre juan carlos, es muy loser. Sos vos?
No!! Gracias a Dios que no.
Estrictamente hablando, no es nadie en particular.
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