martes, 11 de diciembre de 2007

El Gran Pez

Fui a casa al mediodía para almorzar. Estaban dando el final de “El Gran Pez” de Tim Burton. No puedo dejar de llorar cada vez que veo la última parte de esta película: cuando el hijo le relata al padre la historia de su muerte.

En general, debo decir que no se identifica ninguno de esos personajes con nada de mi vida. Sin embargo, ver esa despedida “padre-hijo” no hace más que hacerme recordar a mi viejo.

Mi viejo es mi mejor amigo. Simplemente. Siempre lo fue. Desde que nací y le cambié la vida hasta el día de hoy. Nos hacemos reír mutuamente, a pesar que somos dos tipos de carácter fuerte (en realidad, dos tipos con el mismo carácter).

Pero el viejo también es mi consejero. Desde chico, siempre me ha hablado de aquello que era importante. Lo sigue haciendo, de hecho. Mi viejo podrá no saberse los nombres de mis amigos o cuestiones diarias, pero seguro que piensa en mi y mi futuro varias veces por día. Me ha enseñado tantas cosas y lo seguirá haciendo.

Todavía recuerdo aquella tarde del 28 de Enero del 98, en que mi viejo me dejó en la Terminal de ómnibus de Mar Chiquita, luego de unos días de vacaciones familiares, para que venga a estudiar a Buenos Aires. Él lloraba y yo, contento por la nueva experiencia venidera, le decía que ya regresaba. De haber sabido lo que me esperaba, quizás no hubiese estado tan contento aquel día. Yo me fui de casa, y él termino con un principio de ataque cardiovascular por "extrañarte tanto". Hoy pienso mi vuelta al sur, quizás, porque empiezo a sentir los mismos malestares.

No escribo esto para decirle indirectamente a mi viejo que lo quiero. Lo hago cada vez que hablamos. Como él, no soy alguien a quien le cueste expresar sentimientos. Pero lo hago, quizás, para decir lo mucho que me duele pensar que algún día faltará. No será hoy, ni mañana. Dios quiera que falte mucho tiempo. Pero lo voy a extrañar. Seguro que sí. No es algo que le pueda interesar a mucha gente, pero si es algo que me interesa decir a mi. Suficiente.

Como decía, “Big Fish” no me dice nada de todo esto. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en mi viejo cada vez que el joven se despide de su padre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pasa exactamente lo mismo, no me siento identificado con los personajes pero me hace llorar como el carajo.

pd: las gordas aman, eso sí que es un consejo de padre.