A la hora indicada,
Fueron sedientos de deseo.
Encendidos por la espera,
El cuerpo hervido en sangre
Queriendo ya ser parte,
La lujuria y el placer.
El grito entre suspiros
Alientan las fantasías,
Que de fondo se oyen quejar,
Tras el jadeante respiro,
De ojos desorbitados,
en tan bella melodía.
El aire envuelto en celo,
Aromas de esta locura,
Que enferma nuestra cordura,
Y desata lo que es prohibido.
Visiones frente a este ángel,
Que en demonio se ha convertido.
Los nervios tan tensionados,
Al punto de la explosión,
Dos almas tan completadas,
En clima de ebullición.
Y es justo en ese momento,
Donde se presenta Dios.
Lo oscuro se torna claro,
Y la luna se vuelve sol.
Todo es bello y perfecto,
Con esta imagen de vos.
Yo mismo con mi destino,
Me encuentro en tu rincón.
Fausto Rudel
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