Marcio miró hacia su costado derecho y vio la sombra pasar tras de si. Estaba descalzo en la cocina, eran las cuatro de la mañana. Se dio vuelta y la luz de la heladera abierta marcaba un camino que se iba de la cocina (“¿Otra vez lo mismo?”). El miedo y las manos sudadas. Las historias de espíritus siempre fueron pelotudeces, pensó. Caminó hacía el living, prendió la luz y revisó detrás de la puerta para ver si había alguien.
Estaba cansado de escuchar voces y sonidos en el teléfono, encontrar humedad en el espejo del baño o el sillón, templado y rugoso. Volvió a la cocina, nada. Fue hasta el living nuevamente y vio la puerta que daba a la sala, entreabierta. No recordaba como la había dejado antes de salir, pero en general siempre estaba abierta (“¿Y que carajo le voy a hacer con un tramontana en la mano? ¿Una picada?”). Entró en la sala y recorrió de un golpe
2 comentarios:
Volviste, careta.
En realidad, los p... de gmail me piden que deje registrado un teléfono para crear una nueva cuenta...
Abrazo Bro!!!
Publicar un comentario