La constancia y lealtad de aquel lindo pacto,
Se mantienen a fuerza de sangre y soledad.
Si en cada curva abierta, el nuevo destino,
Al que busca ahora, rechazado en sacrificio.
Mirando el frío y brillante oro que reluce.
el mar azul planchado sobre su cabeza,
La música en la espalda se oye pendular.
Es cuestión de esperar y dejarlo pasar, pasar.
Salir a pedir un cambio por minutos, algunos.
En un encaje, vestirse de extraños para actuar.
Afuera juegan esas gordas, todo tranquilidad.
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