jueves, 18 de octubre de 2007

El Jogo Bonito (o del Llamado a la Solidaridad)

Va Robinho por la punta. Hace la bicicleta. Una, dos, tres, cuatro veces. El marcador no entiende nada. El delantero del Real Madrid va hasta la línea. Cuando llega hasta el fondo amaga una rabona. El defensor entra como un caballo, pero así y todo tira un patadón como para reventar la pelota o al moreno delantero. Sin embargo, Robinho la pisa en una baldosa y sale rumbo al arco. Luego viene el centro, el rebote y el remate de Elano para marcar la cuarta conquista carioca.

Este era el mismo Robinho que en el primer tiempo casi ni había tocado la pelota. El que desapareció en el Boca – Santos del 2003, y que ahora, con el tanteador ampliamente en su favor, se dedicaba a mofar al pobre defensor rival. Y ahí me indigné.

Realmente estoy cansado de los brasileros. Sinceramente. Y esto va más allá de la rivalidad con Argentina. Me han artado, y es un pensamiento que viene de la observación general del fútbol, tanto a nivel clubes como a nivel selecciones.

La primera explicación se encuentra en la jugada antes comentada. Al brasilero le gusta sobrar. Conociéndose muy superior técnicamente, se dedica a ridiculizar a sus oponentes a través de gambetas, regates, lujos y detalles. Y no lo hace con un sentido utilitarista de llegar a la meta. Debemos entendernos: si tiras un caño en el área para poder pasar y definir frente al arquero, está bien. Ahora, si sabiendo que podes pasar al rudimentario defensor, le tiras mil bicicletas, lo esperas, le amagas una rabona y demás, cuando lo pusiste haber pasado con la primer bicicleta, ya es boludeo. Adviértase que en el mismo festejo, Robinho sale corriendo como en enajenado, mostrándose como un mico, ante la bufonería realizada al ecuatoriano.

Y esto, mis amigos, Brasil no lo hace cuando va 0-0 o con el marcador en desventaja. No, lo hace cuando gana por varios goles. Eso habla de la cobardía del jugador de la hermana confederación.

Y el segundo elemento a considerar es que, ante cualquier conducta similar a las anteriores que ellos deban afrontar, responden con la violencia desmedida. No se la “bancan”, en síntesis. Si ven que alguno se las muestra, recurren a la fuerza desleal, llegando en muchas ocasiones a golpes de puños. En resumidas cuentas, habrían sobrados elementos para catalogara a los brasileros como unos cobardes de mala leche.

En razón de ello, hago los siguientes llamados a la solidaridad: (i) A los riquelmes, messis, fernández, recobas, cabañas y demás habilidosos del fútbol latinoamericano, cuando jueguen contra Brasil, tiren caños, rabonas, lujos, muestren la pelota, sobren al rival, y (ii) a los heinzes, burdissos, militos, cordobas, que incrusten vuestros tapones en el paladar de Robinho, Ronaldinho, Kaka, y todos los morenos brasileros que buscan la humillación del rival con el objeto de subirse al podio de los grandes, vana tarea si consideramos que dicho olimpo se hace con honores y no con cobardes y cagones.

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